CAPÍTULO 17

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Al llegar a las barracas y entrar en la zona de las habitaciones, Tigresa creyó que era la única que se encontraba ahí. Se dirigió hacia la habitación que servía como bodega para analizar mejor la situación y ayudar a Po a despejar el sitio para que la visitante le devolviera su alcoba (aunque eso significará que Po no pasará una noche más en la habitación con ella).

Con la luz del sol entrando por las ventanas era más fácil poder distinguir las cosas que habían en aquel cuarto de trebejos así que empezó haciendo espacio moviendo los grandes objetos que se encontraban junto a la cama. Uno de ellos era un viejo maniquí guerrero como los que se encontraban en el salón de entrenamientos, sobre el cual se encontraron recargadas varias lanzas llenas de telarañas.
Tigresa debía mover ese maniquí para tener acceso a la ventana de la habitación y así poder abrirla para lograr que el aire circulara y eliminar el penetrante olor a humedad. Llevó las lanzas fuera y luego arrastro el maniquí para abrir un camino lo suficientemente ancho como para que su brazo lograra abrir la ventana, luego con un ambiente mucho menos asfixiante, cargó el enorme maniquí en un simple movimiento que hizo parecer un aquel armatoste de madera y acero mucho menos pesado de lo que en realidad era. Lo llevó hacia la entrada de las barracas para dejarlo ahí, decidio no llevarlo en ese momento a su lugar en el salón de entrenamiento pues sabia que lo más seguro era que ahí se encontrarían Po junto con Luthera.
Regresó a la habitación para seguir sacando las cajas llenas de armas. Pronto la entrada de las barracas se encontró ocupada con varias cajas que contenían diversas armas viejas; nunchakus, shurikens entre otras, muchas de las cuales se encontraron en mal estado, algunas podían ser reparadas y otras simplemente no tienen remedio. 

« ¿Por qué el maestro Shifu conserva todas estas cosas? »

Se preguntaba la maestra Tigresa mientras terminaba de llevar la que parecía ser la ultima de las cajas con armas viejas hasta la entrada de los dormitorios.
Fue en ese momento cuando a la distancia vió al maestro Shifu subir las escaleras del palacio hacia el salón sagrado de los guerreros y decidió ir a encontrarse con el para preguntarle que debería hacer con dichos objetos. 

— Maestro — lo interceptó ella antes de que Shifu llegara a la puerta del palacio

—Tigresa ¿Qué estás haciendo aquí? creí que estarías con Po — dijo Shifu sorprendido de verla ahí.

—Estaba limpian... ¿con Po?— preguntó con gran desconcierto la felina 

—Creí que el panda te había invitado a pasar con él y con Luthera su día libre — Explicó Shifu

—Oh— respondió aliviada Tigresa — No, ellos estan en el salón de entrenamientos, Po le mostraba el palacio. Maestro estaba despejando la habitación del fondo de las barracas para que la amiga de Po pueda instalarse ahí. Note que muchas de las cajas que guardamos ahí contienen armas en muy mal estado y me preguntaba que debería hacer con ellas —

—Hace algunos años tuve la idea de reparar las armas viejas del palacio para donarlas a orfanatos y usarlas para enseñar kung fu a los niños de esos lugares, sin embargo cuando empezamos a tener una cantidad mínima de armas para empezar con mi idea, el maestro Ooway tuvo la visión sobre el regreso de Tai Lung y el proyecto quedo olvidado, sin embargo imagino que los trabajadores del palacio continuaron llevando las armas viejas ahí. Le diré a Zeng que busque a algunos trabajadores para que vayan por las cajas y las lleven al sótano del palacio.—

Shifu abrió la puerta del palacio para buscar dentro a Zeng, quien seguramente se encontraría barriendo el salón como todas las tardes. 

— Zeng, necesito que busques a Dong y le digas que vaya con sus hombres a recoger unas cajas que la maestra Tigresa ha dejado en la entrada de las barracas. Llévenlas al sótano del palacio — 

Sorpresas entre guerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora