CAPÍTULO 40

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Bosque de Bambú, Actualidad

—Aquí estoy, Tigresa — La voz de Po era lejana. Había pasado un día completo desde que lograron llegar a esa pequeña cueva en medio del bosque, y aunque Tigresa permanecía dormida, su cuerpo se mantenía alerta y combatiente de la fiebre que la incomodaba; un escalofrío recorrió su cuerpo, luego una sensación de humedad se posó sobre su frente mientras apenas lograba distinguir una imagen distorsionada de la silueta del guerrero dragón. — Aquí estoy — escuchó repetir entre sueños a Po luego de que este le colocase un paño húmedo. Escuchar la suave voz del panda le ofreció un sosiego qué la hizo volver a sumergirse en aquel mar de imágenes creadas por su mente.

Se encontraba de vuelta en el palacio de jade. La luz del día comenzaba a esfumarse, permitiendo que a su alrededor las hogueras y antorchas iluminaran los pasillos: era el lugar perfecto para buscar un escondite"

— Maestro, siento mucho interrumpirlo. ¿Ha visto pasar por aquí a la pequeña? — le preguntó Shifu al maestro Ooway, quien se encontraba posado inmóvil sobre su vara frente al espejo de agua, meditando en absoluto silencio.

Oculta detrás de un gran armatoste metálico, la pequeña Tigresa trataba de mantenerse en silencio para no delatar su ubicación. Decidió echar un pequeño vistazo hacia donde los maestros se encontraban para verificar que Shifu no se hubiera percatado de su presencia.

— ¿Mi viejo amigo Shifu logró ser evadido por una pequeña niña? Eso es algo que no se ve todos los días — pronunciaba Ooway con serenidad y un toque de risa al descender de su bastón mientras Tigresa reía por lo bajo desde su escondite.

— ¿La ha visto? — preguntó con algo de impaciencia el panda rojo.

— Es una noche muy agradable ¿no lo crees? — le contestó Ooway mientras caminaba por el salón hacia uno de los retratos donde se escenificaba una batalla — no es común ver una noche así en esta época del año.

— Supongo que sí. Maestro, por favor

— Creo que no la he visto por aquí — respondió Ooway con simpatía — a veces solo necesitamos ampliar nuestra perspectiva — añadió mientras señalaba hacia uno de los grandes pilares junto a la armadura del maestro Rino Volador, detrás del cual, una simpática colita anaranjada y blanca con rayas se movía con inquietud. Luego de que Shifu por fin la hubiera localizado, se despidió de Ooway al ver que este se retiraba del salón.

— Gracias maestro — pronunció con una reverencia antes de dirigirse hacia el lugar donde Tigresa se ocultaba.

Al escuchar los pasos de Shifu acercarse, Tigresa intentó cambiar de lugar rápidamente para encontrar un nuevo escondite, sin embargo, al mantener su atención centrada en mantenerse oculta se olvidó por completo de prestar atención al entorno que la rodeaba. No logró ir más allá de dos pasos cuando se topó de frente con la gran armadura de metal, provocando en el acto que ésta cayera en piezas del soporte donde era exhibida.

— Auch — se escuchó pronunciar a la pequeña felina debajo del casco.

Al ver que la niña luchaba de una manera torpe e inocente por quitarse las distintas piezas de metal de encima, Shifu no pudo evitar esbozar una sonrisa que se obligó a reprimir antes de acercarse a ella.

— Con que aquí es donde te escondías ¿eh? — le preguntó con el tono más serio y neutro del que fue capaz mientras le quitaba de encima una de las hombreras.

—Solo quería jugar un poco — respondió Tigresa al sentarse mientras que Shifu le quitaba el casco de la cabeza.

— Ven, es hora de que vayas a dormir. Mañana comenzaremos con tu entrenamiento — le dijo después de dejar al lado el gran casco.

Sorpresas entre guerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora