CAPÍTULO 9

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—Esta es la sala de los jóvenes, aquí se encuentran los pequeños y los que se están recuperando— explicó Li mientras empezaban a recorrer la primera sala.

A Po y a Tigresa les sorprendió ver que los niños que ahí se encontraban no parecían estar realmente enfermos, pues se veían alegres e incluso jugaban entre ellos.

—Los niños no se ven tan mal— dijó Tigresa dirigiéndose a Li

—Los pequeños no suelen enfermar gravemente, de hecho en ellos no suele pasar de algunos dolores musculares que no los dejan jugar como de costumbre y un poco de fiebre que les da más sueño de lo normal,
Aún así no dejan de ser contagiosos, por eso están aquí.

Pudieron ver que algunos de los pandas que había recuperándose estaban tratando de levantarse de sus camas y bebían agua por su propia cuenta. Otros por su parte, con la ayuda de los cuidadores hacían movimientos de brazos y piernas mientras se escuchaba decir que ya no tenían dolor.

—Siganmé, ahora entraremos a la parte fuerte— Indicó Li

La siguiente sala que visitaron fue la de los pandas que se encontraban en la etapa más crítica de la enfermedad.
Había pandas de diferentes edades, algunos se veían más jóvenes que Tigresa y que Po, otros de la edad de ellos, y algunos más eran cercanos a las edades de los padres de Po y a Shifu.

Aunque las descripciones de Li habían sido muy exactas, verlo en persona era muy impactante; los pandas parecían estar inconscientes por la fiebre, pero las expresiones de dolor en sus caras hablaban por si solas para dar fé del dolor que sentían por las contracciones musculares tan intensas.
La mayoría de ellos se encontraba con las piernas o brazos semi flexionados o semi extendidos, posiciones que eran sinónimo de que estaban atravesando por un episodio de fuertes calambres.

Muchos se encontraban tan débiles por la fiebre, que no tenían la fuerza suficiente para gritar de dolor, por lo que lo máximo que podían hacer era emitir una especie de débiles quejidos.

Los cuidadores que se encargaban de refrescar los cuerpos de los pandas lo hacían remojando unas esponjas en unos cuencos con agua que habían colocado junto a las camas de los enfermos  manipulando las esponjas con palillos chinos para evitar tener contacto con el sudor.

Li se acercó a la encargada de esa área:

—Hola Ting, ¿Como van las cosas por aquí —  Saludó Li

Ting dio unas últimas indicaciones y se acercó al grupo de tres que acababa de entrar a la sala.

—Hola jefe Li, bueno los remedios siguen sin funcionar pero al menos no hemos recibido nuevos casos desde hace 3 días — dijó informando al jefe de la aldea sobre la situación del hospital.

—Chicos, quiero presentarles a Ting, ella es la doctora a cargo del hospital. Es quien está dirigiendo toda esta situación y me informa a diario.
Ting, ellos son los guerreros del palacio de Jade a quienes solicite ayuda.

Tigresa y Po hicieron una reverencia respetuosa por la gran carga que ella llevaba al estar ayudando en una situación como esa.

La doctora agradeció el gesto y les explicó con más detalle la forma en la que se habían ido presentando los casos en el hospital, la manera en que evolucionaban y como era que morían.

—¿Han intentado aplicar algo que relajé los músculos? — preguntó tigresa a la doctora

—Por supuesto, pero ninguno de los que conocemos es lo bastante potente para relajar los músculos.—

Luego se dirigió hacia uno de los pandas que se había levantado al baño, por lo que ella y Li lo ayudaban a volver a su cama.

En ese momento un chico de unos 15 años que se encontraba recostado tranquilo en una de las camas cerca de tigresa tuvo un ataque de tos, pues las fuertes contracciones musculares habían provocado que se acumularán flemas en sus pulmones, por lo que no pudo contenerlas más y empezó a toser para intentar expulsarlas.

Sorpresas entre guerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora