CAPÍTULO 46

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Li Feng, Ciudad Prohibida en Pekín.

28 años antes del presente


Ha pasado casi una hora desde que Yanus salió para montar vigilancia desde los jardines y no he escuchado el fuerte pisar de los guardias que suelen permanecer apostados en los pasillos cercanos. Creo que es el momento justo para poner en marcha mi plan, así que me he asegurado de dar la orden a mis damas de servicio para que no vengan a mi habitación en las próximas horas. De esa manera me aseguraré de que no puedan notar mi repentina ausencia y con ello alertar a mi guardaespaldas, aunque aun tengo que solucionar el problema de encontrar a alguien para llevarme hasta donde mi padre. Abro la puerta con delicadeza procurando no hacer ninguna clase de ruido y ver que sea seguro salir. No parece haber nadie de la servidumbre a la vista, perfecto.

— Ma Ma Majestad — el pobre chico se ve tan sorprendido como yo por habernos topado de esa repentina forma, sin embargo, logro dominar mi impresión para que todo parezca dentro de la normalidad. Se trata de Hu, el chico que Yanus ha acogido bajo su mentoría para entrenarlo, me pregunto qué estará haciendo por aquí.

—Descansa chico — le digo más tranquila y sin alzar mucho la voz. Resulta interesante la forma tan rápida que tuvo este joven toro de reaccionar para adoptar su posición firme y ejecutar el saludo — ¿eres del grupo de vigilantes interiores?

— Eh... No, majestad. Me encuentro en las rondas intermedias.

Las rondas intermedias. El trabajo de este chico consiste en caminar hacia todas partes del complejo, ya sea fuera o dentro de este para suplir el tiempo que sea necesario a algún guardia que necesite abandonar su puesto unos momentos. Eso significa que este chico podría desaparecer por un rato y no representaría un gran motivo de sospecha para el resto de mis guardias o incluso para Yanus.

—Me dirijo a ver si se me requiere en el salón sur

—Bueno, te tengo una buena noticia; no tendrás que ir hasta allá. Tu presencia es requerida aquí mismo — por la forma en que el chico voltea hacia todos los lugares posibles, creo que espera que en algún momento aparezca alguno de los guardias que necesitan de Hu para cubrir sus puestos.

— ¿Majestad?

—Tu oficial al mando te ha designado para que seas quien me acompañe en la caminata de esta tarde — se que no debería mentirle al chico diciéndole que Yanus ha sido quien quiere que me acompañe, sobre todo por la joven e inocente apariencia de este muchacho, sin embargo Yanus afirma que es un buen aprendiz, al punto en que lo considera capaz de completar su sesión diaria de entrenamiento sin la presencia de su mentor, la cual estoy segura de que no está precisamente pensada para principiantes así que eso basta para mí. Aunque puedo ver que Hu está algo nervioso —, descuida, será algo sencillo. ¿Conoces los protocolos, cierto?

— Por supuesto, alteza

—Bien, en ese caso no veo porqué deberíamos aguardar más. Vamos.

—¿En este momento? ¿No deberíamos esperar al primer oficial?

—La ocasión amerita que solamente me acompañe uno de los guardias y el primer oficial Yanus se encuentra ocupado, es por eso que te ha designado para esta tarea. Sin embargo si no crees estar listo para ella no tienes de qué preocuparte, lo buscaré y le pediré que asigne a alguien más

—¡No, no! Es decir, claro que puede contar conmigo, Princesa — me responde anteponiendo su lanza de la misma forma en que Yanus suele hacerlo al saludarme frente a la corte o al recibir a cualquier otro miembro de la nobleza. No me cabe duda alguna de que es su fiel aprendiz.

Sorpresas entre guerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora