CAPÍTULO 34

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Al caer la noche, todo indicio de nuevas tormentas desapareció del horizonte. Iluminada únicamente por la luz de unas cuantas linternas de aceite, y ambientada por el sonido de las olas rompiendo con la proa, la cubierta del barco era uno de los lugares más peculiares qué Tigresa pudo haber elegido para practicar sus movimientos de Tai Chi.

Fue mientras realizaba su rutina que Finley salió a cubierta a estirar un poco su pierna adormecida por las horas de reposo.

— Linda noche para practicar fuera ¿no? — le dijo para llamar la atención de la felina, quien al volverse pudo ver al león tratando de avanzar dando pequeños pasos.

Después del momento en que Tigresa lo había sacado casi a rastras del cañón luego de que Po detuviera a los bandidos con aquel golpe de Chi, no había vuelto a tener una conversación con Finley; habían pasado tantas cosas a su alrededor que no tuvo un momento para poder agradecerle por haberlos salvado de la embestida del rinoceronte.

—Descuida, solo vengo por un poco de aire fresco — le dijo Finley en son de paz a Tigresa al ver su expresión de incomodidad, muy similar a la forma en que lo había visto en el paseo de los antiguos maestros en el palacio de Jade.

Tigresa recordó entonces la conclusión a la que había llegado después de esa conversación con Po así como lo que la adivina le había dicho; estaba tratando de volver a conectar con su lado expresivo qué había dejado enterrado desde su adolescencia. —, así que si no tienes problema con ello, solo me sentaré un momento por aquí.

Mientras Finley caminaba tomado de la baranda hacia una de las cajas que había en la cubierta, dispuesto a sentarse en ella, una ola chocó contra la proa del barco con la suficiente fuerza para hacer que el león perdiera el equilibrio del qué era capaz.

Al ver Tigresa qué el león estaba a punto de caer por la borda reaccionó rápidamente tomándolo de la mano justo cuando la mitad del cuerpo de Finley estaba fuera de la embarcación. Lo ayudó a incorporarse nuevamente para después acompañarlo hasta el contenedor de madera en el que planeaba sentarse:

—Te agradezco por eso — le dijo Finley mientras caminaba sosteniéndose de Tigresa.

—Es lo menos que puedo hacer — respondió ella con un tono más amigable al recordar lo que Finley había hecho por ella y por Po en el Cañón — ¿Cómo está tu pierna?

—Aún le falta algo de fuerza — respondió mientras tomaba asiento —pero yo diría que es más parecido a la sensación que queda después de entrenar en combate cuerpo a cuerpo.

—Escucha, no había tenido la oportunidad de hacer esto. Quiero darte las gracias por lo que hiciste en ese cañón...

—Descuida. Además, me has salvado más de un par de veces desde que salimos del Palacio — dijo mientras le mostraba sonriente la borda. — digamos que... estamos a mano.

—Siento lo de tu armadura. Imagino que era importante para ti

—Oh.. Bueno... creo que al final cumplió su cometido — Aún recordaba las enormes abolladuras qué habían quedado plasmadas sobre el metal — Y a decir verdad tenías razón; es más fácil moverte sin ella.

Tigresa se mantuvo en silencio mirando el oscuro horizonte.

—Uno hubiera creído que un golpe mágico como el del panda requeriría de mucha protección, pero lo hizo solo con sus manos...

Aquella última referencia a la forma en que Po había acabado con los bandidos creó un ambiente tenso e incómodo para la felina, quien estuvo a punto de regresar al interior del barco cuando Finley retomó la palabra:

Sorpresas entre guerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora