CAPÍTULO 3

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Mientras tigresa se encontraba en la parte trasera del restaurante, no pudo evitar pensar en la conversación que habían tenido sus amigos con Po hace unos momentos. De nuevo, de forma inconsciente estaba pensando en el panda y en si había tenido algo que ver con la osa inglesa.
Aunque Po había dicho que no era así, una parte de ella se negaba a eliminar ese pequeño residuo de duda. Fué cuando se dió cuenta de sus pensamientos: le importaba lo que Po pensará de otras chicas.
Tigresa se sorprendió de sí misma, pues nunca había hecho algo similar ni con él, ni con nadie más. Tampoco había visto a Po de una forma diferente a la de un amigo (o eso creía). De repente recordó la conversación que habían tenido cuando bajaban las escaleras del palacio de Jade y el abrazo que su amigo le había dado. Eso la reconfortó bastante y la hizo sentirse segura por unos momentos, pues las preguntas llegaron de nuevo a su mente: - ¿Pero qué? ¿A caso estoy...? No, no Tigresa estás exagerando, seguramente es solo porque extrañaste a Po por todos los meses que estuvo fuera, después de todo es normal extrañar a un amigo. - dijo para convencerse a sí misma de que sus sentimientos no iban más allá de la amistad. Después de las batallas que había librado juntos, ahora Tigresa no tenía problemas en reconocer abiertamente que consideraba al panda como un gran amigo al que estimaba mucho.
Justo en ese momento, unos niños pasaron corriendo y riendo en el otro extremo del callejón. Las risas le recordaron a Tigresa los cerdos que había visto al llegar al restaurante. Pensó que había sido muy extraña la forma en que el más grande de ellos la había mirado, sobre todo porque los aldeanos del valle de la Paz eran personas muy amables y tranquilas, especialmente con los 5 furiosos, con los que solían tener actitudes de especial gratitud por ser quienes los protegían de bandidos y ladrones.
Escuchó la puerta abrirse a sus espaldas. Volteo rápidamente y vio a Po saliendo de espaldas de la cocina con unos tazones en las manos, así que se volvió de nuevo para seguir con los platos sucios.

- Tigresa vine a traerte estos platos - dijo el panda colocandolos en la tinaja de metal - y también vengo a ayudarte. - Añadió sonríente antes de su amiga le lanzará una de sus aterradoras miradas - ¿No creías que te dejaría divertirte aquí sola o sí?

El panda se colocó al lado de la felina y empezó a lavar tazones también.
- Y...? ¿En qué piensas Tigresa? - habló el panda para romper el silencio.

- Estaba recordando que cuando llegamos al restaurante, ví a unos sujetos extraños, unos cerdos que estaban cargando una carreta con sacos y cajas. Ahora que lo pienso, los sacos tenían el aspecto de los que se utilizan para llevar plantas secas o especias. -

- ¿Y que hay de extraño en eso Tigresa? - dijo Po desconcertado.

- Parecía que estaban celebrando algo. Primero pensé que no era nada importante, pero cuando uno de ellos noto que los veía, les dijo  a los demás que guardarán silencio y que se dieran prisa. Luego volteo a verme de forma amenazadora y se fué.

- Vaya! Si se atrevió a mirarte así, entonces seguramente no eran de por aquí y no te conocían o definitivamente era un tonto y quería morir...

- En fin, tu sabes que por aquí los aldeanos son muy buenos y no suelen tener esas actitudes. Me preocupa que pudieran ser algún tipo de amenaza para el valle.

- Bueno talvez tengas razón, pero talvez solo eran unos comerciantes de mal humor, después de todo, los bandidos no operan a plena luz de día y enfrente de todo el pueblo.

- Cierto Po, pero aún así hay algo en ellos que no me da buena espina.

- Bueno Ti, haremos esto: mantendremos los ojos bien abiertos y si los volvemos a ver por aquí estaremos atentos de lo que hacen.

- Gracias Po, por tenerme en cuenta.

- ¿Por qué no habría de hacerlo? Después de todo somos un equipo - Le dijó Po con una gran sonrisa mientras terminaba de ordenar los platos limpios en la tinaja para llevarlos adentro.

Sorpresas entre guerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora