CAPÍTULO 35: Conflictos

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Al sentir el calor de sus labios, ambos se dieron cuenta de que ese beso se había convertido en una necesidad: Tigresa quedó completamente inmóvil y en un suspiro dejó ir todas sus fuerzas para fluir con aquel momento. La rigidez de su cuerpo desapareció al sentir la caricia del panda recorrer su cuello para acercarla más a él, mientras que invadido por un mar de sensaciones, la pasión del guerrero dragón se acrecentaba al sentir el tacto de Tigresa recorrer suavemente su brazo hasta sobreponer su palma sobre la mano con la que la sujetaba.

Entregados completamente a ellos y al momento, no fue sino hasta que escucharon los pasos agitados de los otros acercarse por las escaleras de la nave qué ambos reaccionaron.

El primero en separarse fue Po:

—Tigresa, yo... — pronunció mirándola apenado al apartarse de la felina para darle espacio. Confundidos y sorprendidos por lo que acaba de pasar, ninguno tuvo más palabras para llenar el ambiente; ambos se encontraban en terreno desconocido ¿Que pasaría con su amistad? ¿Acaso seguía existiendo siquiera o había evolucionado a algo más?

Las dudas ahora inundaban sus mentes.

—¡Chicos! — exclamó Víbora al ser la primera en abrir la puerta y ver el desastre de la carga perdida —¿Que fue lo que paso? ¿Están bien?

La maestra fue la primera en acercarse a ellos para tratar de auxiliarlos, mientras que detrás de ella el resto de los cinco furiosos así como Cuchilla, el capitán y el timonel aparecieron.

—¿Qué pasó aquí? — la voz del capitán se tornó furiosa contra el timonel al notar que este había descuidado la única obligación que en aquel momento tenía.

—Señor... — respondió este con titubeos —solo fui dentro un momento para...

—No hay excusas para abandonar su puesto marinero

Mientras el llamado de atención hacia el timonel ocurría, Tigresa tuvo los segundos necesarios para regresar a la realidad y evitar enfrentar la intensidad de sus sentimientos hacia Po. Antes de levantarse, fijo por unos ínfimos momentos su mirada en el guerrero dragón sin dirigirle una sola palabra; la expresión de incredulidad en ella, lejos de ofrecerle claridad o certeza a Po, creó un abismo entre ambos que a partir de ahora sería muy difícil de cruzar.

—Capitán — interfirió Tigresa en la dura conversación — Nosotros estábamos... Vimos lo que pasó.

Po se incorporó y después de limpiar un poco sus manos en su pantalón, completó la explicación de Tigresa: —Fue una ola; chocó con el barco y la carga se soltó. No es su culpa. — añadió manifestándose en defensa del marinero

—Señor, le juro que deje el timón asegurado, tal y como usted me enseñó a hacerlo. No sé qué fue lo que pasó. — replicó el timonel.

El capitán se tomó un minuto para aceptar las declaraciones de los maestros. Con pipa encendida en mano, se dirigió hasta el puesto desde donde se dirigía el barco con Mantis, Cuchilla y el timonel detrás de sí. Los restos destrozados de los maderos que siempre utilizaban para asegurar y mantener el curso cuando necesitaban un descanso dieron fe de los sucesos, por lo que después de haber aclarado el malentendido de la responsabilidad por el incidente, tanto Tigresa como Po regresaron con los demás al interior del barco evadiendo mutuamente sus miradas y aunque horas después el resto de los chicos se reunieron en la cubierta para entrenar, no sería hasta la cena qué volverían a ver salir de sus camarotes a Tigresa y al guerrero dragón.

Durante el transcurso de esta, y a pesar de que ambos intentaron mantener una actitud lo más normal posible, fueron incapaces de ocultar completamente la tensión qué existía entre ambos:

Sorpresas entre guerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora