🔥CAPÍTULO 50🔥

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Pekín, Actualidad.

Tal y como su primera impresión les había hecho creer en un inicio al resto de los cinco furiosos y al par de caballeros, la capital era un lugar complejo pues luego de haber atravesado los campos de cultivo, los suburbios y superar de manera exitosa el puesto de control en la puerta de la ciudad, la gran Pekín dentro de las murallas que la resguardaban los recibía en medio de la noche con un panorama muy distinto al que los maestros estaban acostumbrados a ver en el valle de la paz. Muchas de las calles eran estrechas, algunas apenas con la anchura suficiente para conseguir que un par de conejos caminarán por allí, dificultando aún más el andar del equipo dentro de la urbe al tener que encontrar caminos más transitables entré las oleadas de animales que caminaban en todas direcciones y con mucha prisa. Algunas veces el ruido combinado de risas, gritos, y comerciantes ofreciendo sus mercancías era tan ensordecedor que los maestros y los caballeros habían optado por comunicarse utilizando señales como si de un ambiente de batalla se tratase.

—No quiero ser el negativo del grupo, pero creo que necesitamos un mejor plan —les dijo Finley en cuanto lograron hallar un pequeño callejón libre para reagruparse.

—No, tienes razón —respondió Víbora mientras Cuchilla revisaba las esposas del prisionero —Hay muchos viajeros en esta parte de la ciudad, no debería ser difícil encontrar un lugar para comer algo

—Pero no podemos entrar en cualquiera de esos sitios — añadió Mantis señalando a Heng —, si lo ven con las esposas pensarán que hay una recompensa o algo así

Mientras el equipo discutía las opciones para su siguiente paso dentro de la gran ciudad, un par de pequeñas e inofensivas espías los observaban con gran curiosidad desde las sombras; ocultas entre algunas cajas viejas de madera y atraídas por las espadas que ambos caballeros portaban y en especial por el inusual aspecto de la melena de Finley, un par de pequeñas linces de pelaje gris estaban tan absortas estudiando al par de extranjeros que no notaron el momento en el que un grupo de otros tres niños; un antílope, un zorro y una garza se aproximaban a ellas en son de travesura. Divertidos por la fascinación de las linces hacia los extraños, los niños se acercaron con sigilo. Con movimientos rápidos el zorro se agachó y tiró bruscamente del brazo de una de las linces, forzando a ambas a voltear con sorpresa y temor. La más pequeña se aferró instintivamente al muñeco de trapos que cargaba, mientras que la mayor intentaba sin mucho éxito echar a los intrusos;

—¿Qué es lo que quieren? Váyanse y déjennos en paz.

—Están en nuestro territorio — respondió uno de los antílopes con aires de grandeza —. Saben que no pueden entrar aquí.

—No es verdad, el barrio no te pertenece.

—¡Miren esto! — dijo la garza, arrebatando el juguete de las manos de la menor con sarcasmo — Oh, que lindo ¿No les parece?

—¡Devuélvanmela! —gritó la lince pequeña, extendiendo las manos en un intento desesperado por recuperar su muñeca. En medio del cruel juego de los niños en el que pasaban el muñeco entre todos para evitar que las hermanas lo recuperasen, el zorro dejó que cayera en el suelo fangoso para luego añadir: — Tal vez esos forasteros que tanto les gustan se los devuelvan — Sin pensarlo más, el niño lanzó el juguete directamente hacia donde los guerreros se encontraban para luego huir.

—¡Ey! — exclamó Fin luego de sentir el golpe en la nuca. Al volverse todo el equipo, no solo pudieron notar a los pillos corriendo, sino también a la mayor de las linces tratando de detener a su hermana para volver a su escondite detrás de las cajas, sin embargo esta se negaba por el deseo de recuperar su juguete.

Sorpresas entre guerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora