CAPÍTULO 42: La conspiración

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Li Feng, Complejo de la Exuberancia en Pekín

28 años antes del presente

— No fue una reunión muy larga en realidad. Después de que les comunique la decisión de tu hermano sobre permanecer en el norte no hablamos mucho antes de que los tres mandos dieran por terminada la reunión— me explica Hanu al terminar de colocarse la ropa para dormir y meterse entre las sábanas mientras me cuenta sobre la reunión que sostuvo con el comandante Shin, el secretario Rong y el canciller en la cámara de audiencias reales a su llegada del norte.

Según me cuenta, Zaho decidió prolongar su estancia en la muralla para "asegurarse de mantener el orden", razón por la cual mi esposo es el único que ha vuelto a Pekín. ¿Qué motivos podría tener mi hermano para no volver a casa?

—¿Crees que haya algo de lo que debamos preocuparnos? Militarmente, quiero decir

— Lo dudo. Pero si me lo preguntas, creo que en realidad solo está buscando encontrar su lugar por sí mismo

—¿A qué te refieres?

—Cuando estuvimos supervisando la muralla, me hacía preguntas que no siempre eran relacionadas con la estrategia militar... entiendo que tenga esa clase de dudas. Sigue siendo un niño después de todo.

El cálido abrazo con el que me envuelve basta para silenciar mis pensamientos por unos segundos, tener de vuelta a Hanu después de que su viaje se prolongará durante un mes más de lo esperado es maravilloso.

Aunque su comentario está más relacionado a la edad de Zaho, a pesar de la rigurosa formación a la que le han sometido los ministros del consejo creo que es verdad que en su interior, Zaho sigue siendo un niño, pues a pesar de que los años han transcurrido, se bien que es él a quien más le sigue afectando la pérdida de nuestra madre.

¿Cómo no habría de afectarle? Él solo tenía ocho años, y aunque nuestro padre hizo lo mejor que pudo para estar con nosotros, su deber con China era primero. Intenté aminorar ese pesar en mi hermano lo mejor que pude, al menos hasta donde los ministros me lo permitieron...

— Bueno, me alegra saber que él te escucha.

El hecho de que Zaho tenga alguien diferente de ese círculo de ancianos de ideas absurdas a quien recurrir, me tranquiliza a pesar de que haya decidido permanecer lejos.

—¿Sabes mi noche? Hay algo que eche de menos como no te imaginas...

—¿Enserio general? Porque yo también extrañaba una buena noche de sueño —le respondo con un tono especial para la ocasión, pues sé perfectamente que no se trata de eso.

—En realidad era otra cosa lo que tenía en mente...

—Es un gusto tenerlo de vuelta, general.

Po y Tigresa, Actualidad.

—Po —lo detuvo Tigresa —está bien, dije que podías quedarte.

Po, aunque un poco nervioso por conocer la manera en que sucederían las cosas mientras la anciana atendía las heridas de Tigresa, regresó junto a la felina procurando darle espacio pero quedándose lo suficientemente cerca para proporcionarle el apoyo que necesitaba.

A pesar de las dudas y la dificultad física que experimentaba, Tigresa comenzó a desabrochar el resto de los seguros que mantenían su chaleco cerrado.

—Déjame ayudarte —le dijo Po, gestó que Tigresa aceptó con una sonrisa leve mientras él la asistía para que la felina pudiera despojarse de aquel chaleco, recibiendo la prenda y ayudándole a retirar el brazo que faltaba.

Sorpresas entre guerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora