Libro 1 de The Price of Freedom
«Mientras haya una sola persona más importante que tú mismo, no puedes ser libre»
La libertad siempre viene con un precio.
Y Nora Weiss lo pagaría, una y otra vez, después de que ciertas circunstancias trágicas finalm...
Su cerebro le hizo algo similar a lo que le hacía cuando estaba peleando, su enfoque se centró, el tiempo estuvo ralentizado y todo fue más nítido, todos sus sentidos estaban agudizados. La única diferencia fue que no se sintió como si estuviera en control. Para nada.
[...]
N/A: Toma lugar en el pasado de Levi y desde el capítlo 14 al 16 de OMWF.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Por primera vez, el lugar de mierda en el que vivía estaba tan limpio como le gustaba. No quedaba ni una sola mota de polvo por ningún lado. Las ventanas estaban tan inmaculadas como podían estar en la Ciudad Subterránea. Los platos impecables. Incluso la ducha vieja y oxidada estaba brillante.
Vivir solo tenía sus ventajas.
Kenny fue un cerdo, igual que el resto de las escorias de ahí abajo. Desde que se fue, dándole la espalda y alejándose, sin preocuparse por dar explicaciones, Levi pudo hacer lo que quería y cuando quería, sin tener que pelear con él por cada pequeña mierda.
¿Limpiar? Una perdida de tiempo. Ve a hacer algo de dinero en su lugar. ¿Comprar té? Una pérdida de dinero por el cual supuestamente no estaba trabajando lo suficiente. ¿Por qué no comprar cerveza en su lugar?
No más Kenny significaba no más huellas sucias por todo el piso. Y no fue ninguna sorpresa que el número de peleas a cuchillos en las que Levi tuvo que involucrarse en estos días habían bajado drásticamente.
No obstante, a veces eran inevitables. Otras veces, simplemente no podía resistirse a limpiar la peor basura de las calles, esos asquerosos pedazos de mierda todavía lo hacían ver rojo, incluso después de años viviendo así. Gente como las primeras que había asesinado, cortesía de Kenny. Esa era sangre que no se arrepentía haber derramado.
Levi se sentó en el sofá, bebiendo su té y escuchando el silencio, solo interrumpido por gritos ocasionales o risas abruptas allá fuera en las calles, a veces distantes y débiles, a veces justo frente a su puerta, amortiguadas por las delgadas paredes. Había una buena razón por la que siempre mantenía un cuchillo al alcance de su mano.
Miró el periódico que había recogido más temprano y que había lanzado a la mesa. La fecha confirmó lo que sospechaba: había cumplido quince hoy.
Cada día allá abajo era más o menos lo mismo, así que no importaba. Pero sus cumpleaños siempre le hacían pensar en su madre, hacían más difícil el bloquear los recuerdo. Odiaba eso.
Incluso pensar en Kenny y todas sus lecciones era mejor que esto. Levi se preguntó porque no se había ido primero. A menudo se había preguntado a si mismo por qué se quedó con Kenny, pero no encontró una respuesta clara.
No era por miedo. No había ni una sola cosa que temía perder, lo que era la única ventaja de no tener nada que perder. Excepto su vida, tal vez, pero había sobrevivido hasta el momento, y solo se estaba haciendo más fuerte a medida que se hacía mayor.