4. Impaciente

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En el silencio de la noche, le gustaba más el comedor

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En el silencio de la noche, le gustaba más el comedor. A esa hora en la semana estaría desierto. Durante los fines de semana solo algunos soldados se quedaban hasta la madrugada, jugando y bebiendo cerveza, sus risas escandalosas resonando por toda la planta baja.

Ahora, por el contrario, encontró el comedor vacío. Perfecto para sentarse con su libro en la mesa más cercana al mostrador, esperando a que la tetera hirviera. Idealmente, a esta hora estaría durmiendo en su cama, pero no podía evitarlo, prefería leer y beber té en vez de dar vueltas en la cama. La primera expedición ―bueno, la primera para ella― estaba a la vuelta de la esquina, lo que no afectó positivamente sus de por sí malos hábitos de sueño.

Levantó la vista del libro que reposaba entre sus codos sobre la mesa cuando escuchó la puerta abrirse. El capitán Levi entró y juzgando por sus miradas entre la tetera y ella, un pensamiento similar lo tuvo que haber llevado allí. Se miraron por unos segundos. No esperaba encontrarse con nadie a tan altas horas de la noche, lo que probablemente era el porqué el capitán que generalmente vestía de forma mpecable se había quitado las capaz exteriores de su uniforme, quedándose con sus pantalones y camisa, los botones superiores desabrochados y su pañuelo característico no se veía por ninguna parte.

Los ojos de Nora fueron atraídos hacia las líneas desnudas de sus clavículas. Sus mejillas se calentaron cuando se encontró a si misma mirando fijamente y el darse cuenta de que ella también había buscado comodidad de la misma forma lo empeoró. Había abierto unos cuantos botones de su blusa, la había quitado del pantalón y su cabello estaba suelto libremente sobre su pecho. La forma en la que los ojos de Levi la recorrieron de arriba abajo dejó en claro que también notó su apariencia desordenada. Nada de sus apariencias más casuales era excepcional o inapropiado a estas horas, pero aun así Nora se sintió claramente incomoda.

El silbido de la tetera terminó con su sufrimiento. Se levantó de un salto, la quitó de la estufa y, luego de dudar un momento, sacó dos tazas del armario. En serio, era obvio que vino por té y servir solo para ella sería un movimiento estúpido.

Sin mirarlo a la cara, le ofreció una taza. Para entonces, Levi se había apoyado en el mostrador también, más o menos medio metro de distancia entre ellos.

―Gracias ―dijo al tomarla. El fugaz roce de las puntas de sus dedos al igual que el inesperado uso de esa palabra la hizo levantar la mirada. Sus ojos grises estaban fijos en ella, indescifrables como siempre. ¿Por qué era tan difícil mantenerle la mirada? Se sintió ansiosa. Se mantuvo ocupada con un sorbo de su taza. Era mucho más fácil en un entorno diferente, en donde estaban con otras personas y con luz de día y más ropa.

Por muy irritante que fuera, sabía la razón. Mentir nunca fue una de sus fortalezas, lo que incluía mentirse a si misma, y ha sabido por un buen tiempo, probablemente desde su primer encuentro, en el fonde de su mente, que para ella Levi era visualmente atractivo. Un hecho que normalmente era fácil de ignorar. Pero la forma en la que ahora estaba parcialmente... descubierto lo hacía imposible. La falta de capaz adicionales, y distracciones, dejaba su atractivo a la vista, ofreciéndose como incentivo frente a ella como una maldita zanahoria para un caballo.

Once More, with Feeling  [Levi Ackerman] TraducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora