33. Nunca me dejes

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Estaba de pie en una piscina de sangre y sus manos emitían vapor

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Estaba de pie en una piscina de sangre y sus manos emitían vapor. El pasto a su alrededor estaba carbonizado. El olor metálico y cálido de sangre flotaba en el aire, mezclado con el repugnante olor de carne quemada.

Nora estaba rodeada por innumerables cuerpos, tan quemados que no era posible reconocerlos.

Trabajo del colosal.

Mierda. ¿Qué había hecho?

No, ¿qué había hecho ella?

―¡Levi! ―gritó, el nombre terminando en un sollozo―. ¡Hange! ¡Todos! ―procedió a llamar a cada uno de ellos, pero ninguno le respondió.

Los cadáveres no podían responder.

Su respiración salió en rápidas ráfagas irregulares, y sus ojos picaban.

Corrió, lejos de los cuerpos ennegrecidos y destrozados. Tuvo que pisar con cuidado, fue forzada a mirarlos para evitar tropezarse.

Ya ni siquiera tenían rostros. Todo lo que quedaba eran muñones carnosos y quemados en lugar de cabezas.

Corrió hasta que el pasto debajo de sus pies pasó de negro a verde. Eventualmente, se encontró con partes de cuerpos y cadáveres quebrados esparcidos entre rocas. Esos no estaban quemados y reconoció varios de los rostro ensangrentados, ojos muy abiertos en terror eterno y reprobación.

Marlowe. Klaus. Janine. David. Mia. Aron. Tantos más. A algunos, nunca les había hablado, nunca aprendió sus nombres.

Y allí estaba Erwin, su rostro completamente blanco, sus sorprendentes ojos azules mirando fijamente con indiferencia al cielo. La mirad de su cuerpo no estaba, sus tripas estaban expuestas, manchando el pasto de rojo.

Terror puro capturó a Nora, su agarre frio amenazando con desgarrar su pecho. Presionó su puño contra su boca para evitar gritar y lo mordió, con fuerza, hasta que sintió el sabor de la sangre.

―Lo lamento ―sollozó. Ya había vapor saliendo de su herida autoinfligida en su mano.

―Buen trabajo ahí.

La cabeza de Nora giró rápidamente hacia la fuente de la voz. Era familiar, pero estaba segura de que nunca la había escuchado antes.

Zeke Jaeger estaba parado sobre el cuerpo caído del titán bestia. Lo reconoció al instante a pesar de verlo por primera vez. Reconoció el cabello rubio, su barba desaliñada, su postura despreocupada, la forma en la que rascaba su oreja; todo de memoria.

Solo que no suya.

Enderezando sus lentes, descendió y deambuló hacia ella, todo mientras miraba alrededor casualmente, como si estuviera contemplando el escenario agradable; rocas y cuerpos destrozados esparcidos a su izquierda, pasto carbonizado y restos a su derecha. Se paró en frente de ella, sus manos en sus bolsillos, mirándola con poco interés.

Once More, with Feeling  [Levi Ackerman] TraducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora