Comunicación

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-Seguro tienes hambre, hay para desayunar pan y queso de cabra ¿quieres ?, ven ya listo- dije mientras caminé a la mesa.

Por un momento olvidé que él era ciego y no me detuve para guiarlo, cuando quise volver a por él noté que caminaba despacio, con los brazos extendidos hacia donde estaba yo. Le haría un bastón para que se guiara, ahora ya habría proyecto para la tarde, lo más aburrido de estar escondido es que a veces se acaban las cosas por hacer, mantenerme en forma para la batalla, cazar por alimento y hacer velas eran tareas que no llevaban todo el día.

-Puedes seguir derecho, no hay nada al rededor, hay una silla a unos cinco pasos de donde estás-.

Dio los cinco pasos y se quedó a pocos centímetro de la silla, pero siguió buscando a tientas. Calculé cinco pasos míos, él era de una estatura menor que la mía, suyos habrían sido seis pasos.

-Un paso más y llegarás-.

Exageró, dio un paso largo y se terminó por estrellar con la silla, pero en vez de verse frustrado o que le haya dolido, esbozó una pequeña sonrisa. A continuación extendió la mano y encontró la mensa, con la otra mano abrió la silla y se sentó, se veía muy contento.

Partí el pan y el queso, y se los puse frente a él en un pequeño cuenco de madera, junto a un té de plantas medicinales que había preparado en la mañana.

-Aquí está el pan- dije llevando su mano al cuenco, cada que lo tocaba respingaba o asustaba, tendría que pensar como hacer para que eso no pasara- y a tu derecha a la misma altura está un té de medicina, no sabe muy bien pero te ayudará a recuperar fuerzas.

Nuevamente el gesto de agradecimiento. No supe que responder así que no lo hice, me quedé en silencio absorto en su existencia, había algo en él, no sabía qué era, pero me sentía embelesado con su presencia. Sólo volví a la realidad cuando tomó el té e hizo mueca de asco.

-Tienes que tomarla completa, no me importa si no te gusta-.

Se la terminó por tomar sin oponer más resistencia.

Era hora de respuestas, tomé la única silla que quedaba libre y me senté del otro lado de la mesa frente a él.

-¿Sabes escribir?- se tocó la cara, negando con la cabeza-. No pretendo que veas lo que escribes, o que leas, si conoces las letras y has escrito, podrás hacerlo y tendremos una manera de comunicarnos-.

Su respuesta tardó un poco, pero terminó por asentir con la cabeza.

-Perfecto, dame tu mano- él extendio tímido su brazo, tomé su mano y le levanté su dedo índice, mientras lo ponía sobre mi mano, se sobresaltó un poco pero me permitió hacerlo. Su dedo sería el la pluma y mi mano el papel-.

Que supiera escribir me confirmaba que no se trataba de un esclavo escapando de sus amos.

-¿Quién eres?-.

-J  A C  K-.

-Un placer conocerte, Jack- siguiente pregunta- ¿cómo terminaste tirado en en suelo a media nevada?

-E S C A P A N D O-.

-Escapando...¿ de quién ?-.

-L O S.   Q U E.    M E.  H I C I E R O N.   E S T O-.

Se tocó el rostro con la otra mano.

-No estoy jugando-me exalté un poco más de la cuenta- ¿quién te hizo eso y por qué?-.

-V I. L O. Q U E. N O. D E B Í A-.

-¿Qué fue lo que viste para que te hicieran esto?- pregunté abruptamente, la paciencia no era mi principal virtud-. ¿Y quién fue?-.

Oscuridad y Silencio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora