En su mundo

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POV: Tom.

Pasaron días y pasaron semanas, Jack y yo iniciábamos nuestro entrenamiento al alba y lo terminábamos al anochecer, comenzábamos cansados y lo terminábamos exhaustos.

Por la mañana subíamos en ayunas una montaña para después tener que bajarla corriendo. Al inicio esto le costaba horrores a Jack, no sólo por su falta de visión, sino por su poca condición física. Los primeros días nos enfocamos únicamente en que Jack se memorizara el camino, después corríamos juntos, él tomado de mi mano, seguido por estar unidos por una cuerda, con el objetivo de lograr correr uno a lado de otro sin necesidad de tener contacto físico. Alastor me explicó que más allá del obvio entrenamiento físico esta rutina era necesaria para que Jack confiara en él y en su cuerpo, aunque no faltaron los tropiezos, caídas y raspones.

Por la tarde después de una muy sustanciosa comida nos separabamos  para afinar las habilidades que nos competían a cada uno, yo al combate y Jack la magia, que aún hemos logrado averiguar todo su potencial. Las peleas a espada con los golems eran horribles, era literalmente pelear contra monolitos de piedra, pero no eran mejor que los dos trasgos con los que me enfrentaba cuerpo a cuerpo, seres nacientes de la tierra con una fuerza y corporalidad grotescas, pero lo que tenían de feos lo tenían de amigables; los nombres que me dieron para referirme a ellos eran Tripa y Trapo, a pesar de su brutalidad para pelear siempre me procuraban y enseñaban con gran gentileza.

Mientras que mis tardes eran con seres elementales, las tardes de Jack eran encerrados con Alastor en una de las múltiples habitaciones de la casa, no sé con certeza todo lo que hacían, pero sé que Jack terminaba igual o más cansado que yo. Al caer la noche me mostraba  como podía generar de la nada agua sobre la palma de su mano, convertirla en hielo y luego transformarla en vapor, podía hacer levitar objetos y, de alguna manera, hacer que lloviera dentro de la habitación. Si este es el principio no puedo ni imaginar todo lo que él podrá hacer cuando sea un mago realmente entrenado.

Todas las noches comíamos los más extraños ingredientes de este lugar, que además de deliciosos nos llenaban de fuerza y vitalidad, Lania se esforzaba mucho en preparar nuestros alimentos.

Pero aún con todo ello nuestros días se expandían hasta la estrellada noche, donde Jack y yo nos encontrábamos con Alastor para, como nos lo decía él, afinar nuestras mentes.

-¿Puedes escucharme? - sonó débilmente la voz de Jack en mi cabeza.

-Sí, Jack- .

La respuesta de Alastor fue darme un fuerte coscorrón.

-¡No le respondas con tu voz !-.

-¡Lo siento!- respondí mientras me sobaba la mollera-. Yo no termino de entender como "pensar con dirección", no sé qué clase de Don se requiera para hacerlo, pero estoy seguro que yo no lo tengo-.

-Ya te lo he explicado, no hace falta que tengas un Don para poder dirigir tus pensamientos hacia Jack. Todos los humanos tienen esta "habilidad" pero no saben cómo enfocarla o cómo potenciarla ¿cuántas veces no ha pasado que estas pensando en una persona y de repente te la encuentras en la calle? O que estás en una conversación y la otra persona se adelanta a lo que ibas a decir- suspiré-. Ejemplos hay muchos, sólo hace falta que abras tu mente para mandar tu pensamiento a donde tú desees-.

Esa sesión de entrenamiento no fue más fructífera que las anteriores. Jack podía entrar a mi mente sin ningún esfuerzo ni necesidad de tener contacto físico, pero yo no lograba nada. Ya para cuando llegó la hora de ir a descansar no pude evitar expresarle mi desesperación a Jack.

-Siento que soy un caso perdido ...-.

-No lo eres, Tom- dijo Jack mientras me tomaba de la mano-. A parte, no es tan dificil-.

Oscuridad y Silencio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora