Capítulo 25

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Después de arreglarle el pelo a Amelia, quedó mucho más contenta con el resultado. Al día siguiente estábamos todos fuera menos Henry, que había conseguido convencer a Valentina para salir a tomar algo. Y ahora que me fijaba... faltaba Kylee hace unos días y no me había dado cuenta...

—Jay, ¿dónde está Ky? Hace unos días que no le veo —le pregunto.

—¿Ahora te das cuenta? —me mira con una ceja enarcada.

—Sinceramente, yo tampoco me había dado cuenta —admite Jaden, que estaba sentado a mi lado jugando con mi pelo.

—Ni yo —coincide alex.

—Yo tampoco... —Javon sonríe nervioso.

Jayla suspira poniendo los ojos en blanco.

—Sus padres le llamaron para algo importante y se tuvo que ir —dice finalmente.

—Pues vaya pena —digo.

—¡Pero si ni siquiera habías notado que no estaba!

—¡¿Y qué?! ¡Aunque yo no note su presencia ella se podría estar divirtiendo aquí! —me defiendo.

Jayla se pasa una mano por la cara, riéndose, y se recuesta en su tumbona.

—Me apetece un helado —comento.

—¡Vamos a por helado! —dice Javon emocionado.

Los demás no quisieron, así que Javon y yo fuimos juntos a por nuestro helado.Cuando llegamos al puesto de helados, no había nadie atendiendo a la gente. Tampoco había nadie ahí cerca, estaban todos en la piscina o tomando el sol.

—¿Donde está el heladero? —pregunta Javon fastidiado.

—Ni idea; pero si no hay nadie, tenemos derecho a coger los helados que queramos... —le miro de reojo, sonriendo.

—Estás loca.

—Lo digo de verdad, si no hay nadie atendiendo, pues culpa suya será, mientras esto esté solo nosotros podemos hacer lo que queramos.

Dudó un momento.

—¿Y si nos pillan?

—Siempre podemos decir que; como no había nadie, pensábamos que eran gratis.

—Me has convencido.

Le sonreí y entramos en el puesto de helados. Nos quedamos ahí un buen rato comiendo todo tipo de helados sin que nadie nos interrumpiera.

—Prueba este, Dan —Javon me da de su helado para que lo pruebe.

Supongo que la confianza que tenemos nos permite compartir comida tranquilamente sin que nos de asco.

—El mío está mejor —le doy del mío para que lo pruebe.

—¡Woah! ¿Ese cual es?

Un rato después, nos cansamos de comer helado y, ya satisfechos, decidimos volver con los demás.

—¿Por qué habéis tardado tanto? —nos pregunta Jaden en cuanto nos ve.

—Porque nos hemos estado besando —bromeo.

—Que graciosa eres —Jaden me mira con los ojos entrecerrados.

Me tumbé en una tumbona que había entre Javon y Jaden. Miré a Javon y nos chocamos los cinco.

Algunos de nuestros amigos nos miraron confusos.

—Preguntaría qué habéis hecho, pero con lo raros que sois, me imagino cualquier cosa —dice Maya.

—Y tampoco es que nos importe mucho lo que han hecho —bromea Alex.

—A nadie le importaba tu opinión y sin embargo la has dado —le sigo la broma.

Alex se río. Era un poco raro, pero con el humor de Alex, era la única forma de relacionarte con el sin que te deje por los suelos con sus respuestas de viejo amargado.

De repente escuchamos un grito que nos asustó.

—¡¿Qué le han hecho a mí puesto de helados?!

—Upsi... —Javon reprime una sonrisa.

—Vale, ya sabemos lo que habéis hecho —confirma Camila.

Nos interrumpió el sonido de mi teléfono.

Oh, no. Nonononono.

—¿Quién es? —pregunta Camila.

—Mamá...

—Respóndele, ¿no?

Cogí el teléfono y accidentalmente lo puse en altavoz. Casi me quedo sorda.

—¡¡DANIELA MILLER!!

La hemos cagado.

Cerré los ojos y apreté los labios con fuerza.

S...¿sí?

—¡¿SE PUEDE SABER PORQUE NO ME HAS LLAMADO NI UN SOLO DÍA?! DA GRACIAS A QUE TÚ HERMANA ME LLAMA Y ME DICE SI ESTÁS BIEN.

—Lo siento mamá, se me había pasado...

—¡¿QUE SE TE HABÍA PASADO?! ¡¿Y SI TE PASA ALGO Y YO NO ME ENTERO?!

—Mamá, estoy bien, ya está.

—¡Eso me lo tenías que haber dicho hace unos días! ¡Hicimos un acuerdo!

—¡NO ME ACORDABA!

—¡NO ME LEVANTES LA VOZ!

—¡Pues tú no me grites!

—Quiero que a partir de hoy me llames todos los días, ¿has entendido?

—Sí, pesada —murmuro.

—Adiós hijita mía, te quiero mucho. Cuídate.

Que bipolaridad.

—Adiós mamá, te quiero —pongo los ojos en blanco.

Los chicos me miraban intentando no reírse.

—No hace gracia -les miro mal.

...

Henry llegó con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Hola gente!

—Hola Henry, ¿qué tal tu cita? —le pregunto.

—De maravilla, es una chica encantadora.

—¿Con quien has salido? -le pregunta Maya.

—Con una chica, se llama Valentina.

—Me la tienes que presentar. Si quieres que sea mi cuñada, la tengo que conocer primero.

—Primero que nada la tengo que conocer yo. Es muy tímida.

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