Capítulo 31

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Los días pasaban y mi relación con Jaden cada vez iba a peor.

Hace unos días mi madre me había propuesto algo que claramente rechacé.

Flashback:

He pensado que podríamos volver un tiempo a Londres, a nuestra antigua casa —me propuso.

—Lo dices en broma, ¿no?

—Lo estoy diciendo de verdad Daniela. La universidad de tu hermana está cerca de casa y la podríamos ver más a menudo. Nos va a venir bien despejarnos un poco.

—No... no se cómo tomarme esto. Yo... —titubeé.

—Dylan y papá están de acuerdo. Nos iríamos en una semana.

—Pero mamá, ya tenemos todo hecho aquí. Tenemos amigos, nuestras clases, vuestro trabajo. Tenemos a los Walton's...

—Y allí tengo a mi hija. Está tu hermana.

—Camila volverá. Y nos visitará también. No pienso irme de aquí.

—Tú piénsatelo hija. Por favor.

Flashback end.

Ahora mismo estaba yendo a la casa de los Walton's para ver a Javon y pasar la tarde con él. Estaríamos solos, porque Jaden había salido con su nueva amiguita.

—¡Hola! —me saludó Javon con un abrazo cuando llegué.

—¡Holaa!

Se apartó para que pasara y entré en la casa. Pasamos dos horas viendo algunos capítulos de una serie y comiendo snacks. Jaden seguía sin llegar.

—¿Te apetece ir a la heladería? —me preguntó Javon.

—Sí, vamos.

Javon condujo hasta la heladería. Estando allí pidió los helados mientras yo me quedaba ahí, mirándolo todo. Mientras observaba mi alrededor, los vi en una mesa juntos. Y la escena que vi...

Sentí que mi corazón se rompía lentamente.

Me quedé sin aire por unos segundos, paralizada.
Fue como una patada en el estómago. Sentí un vacío en el pecho enorme y mi corazón latía muy lento. Lágrimas de acumularon en mis ojos, pero hice todo lo posible porque no salieran.

—¿Qué pasa? ¿Estás bien? —me pregunta Javon.

—¿Nos podemos ir? —pedí en voz baja.

—Pero... ¿y los helad...?

—Por favor...

No necesitó otra súplica, canceló los helados y nos dirigimos hacia su coche.

Pov Jaden:

Dime que esto no acaba de pasar.

Había salido con Laia a una heladería porque según ella se sentía mal y necesitaba alguien para consolarle. Pero al parecer alguno de los dos lo había malinterpretado. Pues cuando comenzó a llorar me acerqué para abrazarle, y cuando me separé, me besó. Obviamente me aparté rápido, pero me había pillado por sorpresa.

—Q...¡¿Qué haces?! —me limpié la boca.

—Lo... lo siento muchísimo... yo... —Ella se tapó la boca, avergonzada.

—¡Laia te dejé las cosas claras! ¡Sabes que tengo novia!

—Yo no quería... ha sido... un impulso. Perdón.

—¡Tus impulsos de mierda me van a arruinar la relación cuando Daniela se entere de esto!

—¡He dicho que lo siento, joder!

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