Capítulo 30

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LA PELIRROJA

Por desgracia, la suerte definitivamente no estaba de nuestra parte. A Javon, Alex y a mí nos tocó en la misma clase, pero Jaden quedó en otra clase, apartado. Lo peor no era eso, sino que en su clase estaban Ava y Coco...

—Joder, vaya mierda —espetó Jaden.

—No te preocupes, a lo mejor coincidimos en algunas clases —le dije.

—Ojalá en la mayoría.

—He oído que Matt está en tu clase, Jad —le dijo Javon.

—¿Quien es Matt? —pregunté.

—Un amigo de hace tiempo, no le conoces.

—Menos mal, al menos alguien que vale la pena en esa clase —Jaden suspiró.

—Y en nuestra clase está Nick —dijo Alex, subiendo y bajando las cejas. Él sabía que a Jaden no le gustaba hablar de ese chico. Lo hacía para molestarle.

...

Pov Jaden:

En clase me sentaron con una chica que era nueva en la ciudad, estuvimos charlando y al final nos llevamos bien. Al menos era amable.

—Que sepáis que estos van a ser los sitios por el resto del curso —nos avisó la maestra.

Estaba bien estar con gente nueva, pero prefería mil veces estar con Matt. O sí pudiera, con Daniela.

La chica que estaba sentada a mi lado se llamaba Laia. Era pelirroja y tenía unas cuantas pecas claritas. A pesar de su color de pelo, tenía los ojos marrones oscuros, y era bajita, casi de la estatura de Daniela.

Cuando sonó el timbre del recreo, vi que Laia estaba sola. Me dio pena así que le invité a almorzar con mis amigos.

—Muchas gracias, en serio —repitió por enésima vez.

Llegamos a la cafetería, donde Alex, Javon, Henry, Amelia y Daniela estaban desayunando. La última me miró con el ceño fruncido cuando me vio aparecer con una chica. Con la boca llena de comida, y expresión enfadada, se veía adorable.

Acabé sentado entre mi novia y la pelirroja. Daniela se mostraba confundida, seguía con el ceño fruncido. Laia se notaba incómoda, tenía una pequeña sonrisita tímida.

—¿Quién eres? —le espetó Daniela de mala gana.

—Soy... soy Laia, un placer —puso su mano delante de Daniela, con intención de estrechársela. Pero Daniela se limitó a mirar su mano con el ceño fruncido y no mover ni un pelo. Después de observarla unos —largos— momentos, respondió:

—Ah. —Y volvió a comer con normalidad.

Opté por presentar a todos con Laia para que no se sintiera muy fuera de lugar. Después de todo, a mi no me gustaría llegar nuevo a un lugar y estar completamente solo.

Todos acabaron charlando con ella. Menos Daniela. Ella solo le miraba de reojo, haciendo algunas muecas.

¿Qué le pasaba?

Pues que está celosa, menso.

No creo...

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