EPÍLOGO

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~(8 años después)~

DANIELA

Los rayos de sol que entraban por la ventana me despertaron dándome directamente en la cara.

Me froté los ojos y me estiré antes de mirar a mi lado, donde Jaden dormía plácidamente.

Le di un beso suave en la mejilla y me levanté con cuidado para no despertarle. Ayer había sido mi veinticinco cumpleaños y la fiesta que montaron me dejó agotada.

Fui al baño a lavarme los dientes, pero no me molesté en cambiarme. Bajé a la cocina en pijama y me preparé un café.

Os pongo un poquito en contexto...

Ahora Jaden era un beisbolista reconocido y yo una bailarina reconocida también. Javon y Jayla habían logrado su sueño de ser actores famosos, aunque seguían con el boxeo y voleibol. Y habían mejorado un montón. Mi hermana Camila era una famosa pintora, y Dylan y Daelo ahora son adolescentes.

Hace dos años más o menos que decidimos independizarnos. Jaden y yo vivimos juntos en una casa no demasiado grande, pero perfecta para nosotros dos.

Sin embargo, hablando de los demás, todos seguíamos siendo amigos y nos veíamos de vez en cuando.

Jayla y mi hermana vivían juntas. Javon y Alex se habían vuelto los típicos solteros millonarios. Henry acabó saliendo con Valentina. Amelia se ha vuelto la loca de los gatos, literalmente tiene cuatro gatos. CUATRO. Ah, y tiene una casi algo, una chica de la que habla siempre. Y ahora, ¿recuerdan que dijimos que Maya sería la primera en casarse? Pues así ha sido.

Maya está casada a sus veintinueve y tiene una hija de un año, se llama Candela y es súper mona.

Alucinante, ¿verdad?

Bueno, ahora volvamos a lo de antes.

...

—¡Buenos días! —exclama Jaden cuando baja.

—Buenos días, bella durmiente —bromeo.

Vino hacia mi con una sonrisa y me dio un beso. Después me robó una tostada y fue a la nevera.

—Ahora vamos a casa de Maya, así que vístete —le digo.

—Que pereza.

Cuando terminé de desayunar recogí todo y subí a vestirme. Hacía frío así que me puse un jean blanco y un jersey calentito color beige.

Cuando salí del baño vi a Jaden colocándose el pelo con la mano en el espejo. Llevaba un jean beige claro y una sudadera verde.

Una vez que llegamos a casa de Maya, Daniel —su esposo— nos abrió la puerta con una sonrisa. Habíamos sido los últimos en llegar.

—¡CANDEEE! —grito y me agacho para recibir a Candela, que venía corriendo hacia mí.

La cogí en brazos y se empezó a reír a carcajadas.

Cuando nos adentramos en el salón nos encontramos con la escena de Javon y Henry jugando con un juguete de Candela.

Nunca cambian, ¿eh?

Sonreí al verlos y fui a sentarme al lado de Valentina, que los observaba divertida.

—Hola —me saluda con una dulce sonrisa.

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