Capítulo 23

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Me desperté con un dolor de cabeza horrible. Me pasé las manos por la cara y vi que estaba sola en la habitación. Agarré mi móvil para mirar la hora; las 14:12. ¿Cuánto llevaba durmiendo? ¿Por qué nadie me había despertado?

Y justo en ese instante, Javon entró a la habitación y al ver mi estado se tiró en la cama a mi lado, riéndose.

-¿Resaca? -pregunta.

-¿Por qué no me habéis despertado?

-Cuando alguien está cansado tiene que descansar Dani, no tienes por qué madrugar todos los días.

Me quedo mirándole, poniendo una mueca. Tenía razón, pero mi madre me había acostumbrado a eso...

-Me duele la cabeza -me quejo.

-Ven, te daré una pastilla, y la comida ya está lista.

Le seguí sin rechistar, aunque con dificultad. Sentía que me podía caer en cualquier momento.

Me tomé la pastilla que me dio y fui a la cocina con los demás. Me senté al lado de Jaden, pero él ni me miró. ¿Qué le pasa a este ahora?

Me fijé en que Amelia estaba igual que yo.

-¿El helado a por el que fuisteis anoche tenia alcohol o nos mentisteis para iros de fiesta? -pregunta Maya, acusándonos. Pero en realidad no sabían la verdad.

-Pasamos a por unas bebidas después del helado, ya está -dice Amelia, pasándose las manos por la cara.

-Unas bebidas que terminaron en resaca -dice Camila, mientras dibuja algo en su cuaderno. El talento de Camila siempre había sido el dibujo. Desde pequeña es lo que más le gusta hacer.

Cuando terminamos de comer nos fuimos todos al saloncito de nuestra habitación de hotel.

Estaban todos con sus teléfonos y Jaden estaba sentado solo en un sofá, así que fui con el.

-¿Estás bien? -le pregunto, sentándome a su lado.

No me respondió, siguió viendo su teléfono.

-Jaden, ¿qué te pasa?

Seguía sin responder.

-¿Me puedes explicar por qué de repente me ignoras? -ya me estaba enfadando.

-Pregúntaselo a tu amiguito del alma, Jake -dice sin mirarme.

-¿Jak...? ¿Cómo que Jake? -le miro confundida.

-¿No te acuerdas? Anoche te lo encontraste, nos contó vuestra historia de amor.

-¿Qué historia de amor? Éramos solo amigos.

-Pero a él le gustabas.

-Ya, pero él a mi no. Además yo ahí no te conocía, no tienes derecho a enfadarte por eso.

Lo consideró un momento y me miró por primera vez en todo el día.

-Todavía le gustas -murmura.

-¿Qué? ¡No! Eso pasó hace mucho, ya hasta me había olvidado de él, y él de mi.

-Él de ti no, Daniela. Te miraba muy... -no supo cómo seguir.

-Muy...¿cómo? -le incito a seguir.

-Te mira como yo... está claro que le gustas...

No pude evitar sonreír. Eso había sido tierno por su parte.

-Aunque mil chicos me miraran así, yo solo tengo ojos para ti, Jadencito -le estrujo las mejillas y el sonríe.

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