A tan solo dos días desde que Betty se fue con su madre y su hijo Julian a California, Jughead estaba destruido.
Si no era en el trabajo, se mantenía aislado de los demás, o se iba a tomar alcohol para olvidarse de su ex y su pequeño hijo un momento.
Aunque Betty lo mantuviera en contacto con su hijo, le hacía falta tenerlo cerca, y no solo verlo a través de una pantalla.
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Jughead se encontraba con su amigo Archie en el parque, porque el pelirrojo estaba cuidando de su pequeña de tres años y medio y la llevó al parque a jugar.
Y mientras la pequeña Vanessa jugaba, Archie la observaba mientras también hablaba con Jughead, aunque éste estuviera en otro mundo.
—Oh vamos amigo. He hablado solo toda la tarde— Se quejó Archie, golpeando el hombro del pelinegro, mirándolo.
Jughead suspiró, sin quitar su mirada de los niños que jugaban en el parque. —¿Hablar sobre qué, Archie?—
—De lo que sea, pero sal de esa depresión, Jug— Aconsejó Archie. —Jughead... ¿Que te pasa?—
—Nada— Negó, bajando la mirada, sin ánimo.
Archie rodó los ojos, y lo miró. —Te pregunté solo por preguntar, pero se exactamente lo que te pasa. Y créeme que sé que no solo te duele que Betty se llevara a Julian—
—Claro que me duele que se llevaran a mi hijo. No sabes cómo necesito verlo, que corra a mi, me cuente cómo estuvo su día con esos ojitos y esa emoción en su rostro. No sabes la falta que me hace ese enano— Admitió Jughead, devastado.
—Lo se, y créeme que yo también sufriría si se llevaran a mi niña— Contestó Archie, viendo a su hija jugar, con una sonrisa, y después mirando a Jughead nuevamente. —Pero se que también extrañas a Betty—
—Entre Betty y yo ya no hay ni puede haber nada. Lo único que aún me mantiene en contacto con ella es mi hijo— Aclaró Jughead, mirando a la nada, deprimido.
—Y si no fuera por Julian, ya la habrías dejado ir como aquella vez en la que se terminó el verano y ella se fue a la universidad... ¿Verdad?— Le preguntó Archie, mirándolo. —Amigo... Si la dejas ir otra vez, te aseguro que te arrepentirás el resto de tu vida—
—Archie, entre nosotros no puede haber nada. Ella se alejó de Riverdale para alejarse también de mi. Entre nosotros ya no puede haber nada, entiéndelo— Aseguró el ojiazul.
—Entiende tu— Se defendió el pelirrojo. —Jughead, si dejaras tu orgullo de lado y fueras a recuperarla, te aseguro que ella volviera contigo—
—No, Archie. Eso era más fácil antes de que ella se fuera. Ahora no puedo— Negó, con la mirada baja.
—Sí puedes y lo hiciste una vez. Aquella vez en la que Betty se fue de California y viniste aquí a Riverdale a recuperarla. Llegaste muy tarde y ella ya se había ido a la universidad sin saber lo que realmente sentías por ella. Pero si la dejas ir ahora, no tendrás otra oportunidad. Ella podría conocer a alguien más y cuando te vallas a dar cuenta, ella ya tendrá su vida hecha otra vez, pero con otro hombre— Advirtió Archie, serio.
—¡Papi!— Chilló Vanessa, corriendo a su padre y luego mirando a Jughead. —¿Julian vino?—
Jughead negó, mirando a la niña. —Lo siento princesa. Julian está en otro lugar—
—Nos vamos con tu mami mi amor— Le avisó Archie a su hija, poniéndose de pie y tomando en sus brazos a la pequeña pelinegra. —Jug... Piénsalo— Le susurró a su amigo.
Jughead asintió, y después de despedirse del pelirrojo, se puso a pensar en todas y cada una de sus palabras.
Y tenía razón, lo que el sentía por Betty aún era muy fuerte, solo que el no lo quería admitir.
¿Y si Betty rehiciera su vida al lado de otro hombre? ¿Que otro hombre sea el que esté con su hijo? Él no lo soportaría.
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En California, Betty aún no terminaba de organizar todo en la casa en la que estaba viviendo junto a su hijo y su madre, que ya mañana se iba de regreso a Riverdale.
—Mami— La llamó Julian, corriendo a ella y arrebatándole el celular, mirando la pantalla. —Papi, papi—
Betty suspiró, quitándole el celular a su hijo. —Mi amor, papi se conectará en la noche, el no está en línea y no puede llamarte ahora—
—Mami, quiero a papi— Confesó el menor, amenazando con llorar.
—Oh mi amor, no hagas eso bebé— Le pidió Betty, tomándolo en sus brazos, abrazándolo.
—¡Papi!— Gritó, en un llanto desgarrador.
—No llores por papi. El te llamará y vendrá a verte pronto amor— Lo intentó calmar Betty, empezando a caminar con su hijo llorando desconsoladamente en sus brazos.
Alice escuchó llorar a su nieto desde el balcón de la casa,y salió al encuentro de éste y de su hija. —¿Que le pasa a Julian?—
Betty suspiró, mirando a su madre mientras intentaba calmar a su hijo en sus brazos. —Ya sabes—
Alice rodó los ojos, y se acercó a su hija para tomar a su nieto en sus brazos, arrullándolo. —Mi niño precioso... Ya no llores bebito. ¿Quieres salir a la playa con la abuela?—
—Quiero a papi— Respondió el niño, llorando con más intensidad.
Betty miró a su madre y negó. —¿Ves? No hay forma, creo que tendré que pedirle a su papá que venga pronto, no se—
—Lo sacaré a pasear a la playa, tal vez eso lo calme— Supuso Alice. —¿Vienes?— Le preguntó a su hija.
Betty negó. —Aun tengo cosas que organizar—
—De acuerdo, estaremos cerca y con suerte Julian se calmará— Dijo la mayor, saliendo de la casa con su nieto llorando en sus brazos.
Betty asintió y se dejó caer en el piso, apoyada a una pared; lo que realmente debía organizar, eran sus ideas, su mente y hasta su corazón.
No estaba siendo fácil estar lejos del hombre que aún amaba, el padre de su hijo que todos los días lloraba por el.
—¿Betty?— La llamó la voz de Jughead, justo detrás de ella.
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