Al día siguiente, Jughead despertó algo atormentado por los efectos del alcohol la noche anterior; No se había embriagado, pero eso no quitaba el hecho de que tomo suficiente alcohol como para estar resacado.
Betty no estaba a su lado. Habían tenido sexo la noche anterior, mas de una vez, pero fue solo eso. No se quedaron mirándose a los ojos y diciéndose lo mucho que se amaban, como lo hacían antes, después de hacer el amor.
El ojiazul tomo una ducha rápida y después se dispuso a bajar a la cocina, y ahí vio a Betty con el pequeño en brazos, y también dándole algunas frutas que el niño apenas se comía a las malas.
—Hola— Saludó Jughead, acercándose a ellos.
Betty se giró a mirarlo, aún con Julian en sus brazos, preocupada. —Hola. ¿Te encuentras bien?—
Jughead asintió, apoyándose sobre la encimera de la cocina. —¿Por qué la pregunta?—
—Pues... Es que... Ayer estabas tomando alcohol y pensé que...
—Betty, yo no estaba tomando alcohol— Negó Jughead, irritado, mirándola fijamente.
—Oye, relájate. Solo estoy preocupada— Le respondió la ojiverde, dejando a Julian en el piso.
Jughead la ignoró y miro al niño. Éste se mantenía cerca de su madre y evitaba mirarlo. —Julian, hijo. Ven aquí mi pequeño— Lo llamó.
Julian se escondió detrás de su madre, y eso colmó la poca paciencia que Jughead tenía el día de hoy. Vio que su propio hijo le temía.
—Julian, amor... Ve con tu papi— Lo intentó animar Betty, sin éxito.
—Eso es tu culpa Betty— La acusó Jughead, enojado. —Tu pones a mi propio hijo en mi contra. Ni siquiera me dejas pasar tiempo con el—
—¿Disculpa?— Preguntó Betty, ofendida. —¿No será que tú lo asustas con tus estúpidos gritos? Últimamente eso es lo único que sabes hacer bien—
—¿Ahora es mi culpa? ¡Tu no me dejas pasar tiempo con mi hijo, me alejas de el!— Gritó el ojiazul.
—¡No grites o lo vas a poner nervioso!— Exigió Betty, abrazando a su hijo, el cual ya había empezado a llorar.
Jughead tomó aire para calmarse, y vio cómo Betty tranquilizaba al niño, abrazándolo, llenándolo de besos y diciéndole que todo iba a estar bien.
Su hijo le temía, y no podía sostener una conversación normal con su novia. Por eso, pensó que lo mejor que podría hacer, era irse.
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En la tarde, Jughead estaba trabajando, en el hospital; Su novia y su pequeño hijo no salían de su cabeza. Su familia se estaba destruyendo y el no estaba haciendo nada para evitarlo.
Estaba revisando unos registros cuando una enfermera se acercó a él, apurada.
—Valla... ¿Que te pasa, Alicia? ¿Por qué vienes tan apurada? ¿Una emergencia?— Preguntó Jughead, atento, dejando los papeles que estaba revisando a un lado.
—Si, pero no como usted cree. Es una emergencia diferente. Acaban de ingresar a un niño pequeño a emergencias. Creo que es su hijo— Supuso la enfermera.
Jughead sintió que su corazón se detuvo por un momento. Por lo general, su hijo nunca se enfermaba. —¿Mi hijo? Pero... ¿Estás segura? Vino con la mamá... ¿Verdad?—
—Si, la madre se llama Elizabeth, o eso escuché. Debería ir a investigar, yo lo cubro— Se ofreció la enfermera.
Jughead no lo pensó dos veces para ir a la recepción y preguntar por el niño que había ingresado a Pediatría recientemente.
Ahí confirmó que sí se trataba de su hijo; Fue lo más rápido posible al área de Pediatría y abrió la puerta de la habitación que le dijo la chica de la recepción.
Lo preocupó todavía más ver a su pequeño hijo sobre una camilla, en el regazo de Betty mientras ella lo abrazaba y dejaba pequeños besos en su cabeza. Julian se veía débil y estaban pasándole algo por las venas.
—Hola— Saludó Jughead, acercándose a su novia e hijo, preocupado. —¿Qué ocurre? ¿Por qué están aquí? ¿Qué le pasó a Julian?—
Betty suspiró y lo miró. —No tienes idea del susto por el que pasé. Julian me acompañó durante una reunión virtual y me dijo que estaba cansado. Fuimos a la cocina por un vaso de agua y Julian se desmayó. Tuve mucho miedo, te llamé, no me respondiste y lo traje para acá de inmediato—
—Lo siento. De haber sabido que se trataba de una emergencia, hubiese contestado. Pero estaba trabajando— Se justificó, acercándose aún más a su hijo y acariciando su cabello. —Mi pequeñín... ¿Ya sabes qué le pasó?—
Betty negó. —En cuanto la pediatra venga, me dirá que tiene mi Julian—
Jughead asintió, y en unos pocos minutos en los que Betty y Jughead se dedicaron a su pequeño, llegó la pediatra, y no traía buenas noticias.
—El niño está deshidratado y presenta principios de anemia crónica. Lo más probable es que se haya desmayado por eso. Su respiración y su frecuencia cardíaca estaban alteradas cuando llegó. Traten de seguir las instrucciones que les voy a dar y el niño podrá recuperarse— Recomendó la pediatra.
Julian estuvo bajo observación un rato más, y después Betty se lo pudo llevar a casa; Jughead llegaría más tarde, porque debía seguir trabajando hasta la noche.
Cuando llegó a casa en la noche, llegó en silencio, la cena estaba lista, pero ni su novia ni su hijo estaban ahí. Por eso, subió las escaleras para buscarlos en la habitación.
Igual Julian no estaba en su habitación; estaba en la habitación que el compartía con Betty.
La rubia lo abrazaba y lo mimaba hasta que el pequeño empezaba a quedarse dormido.
Jughead se acercó, y también abrazó a su hijo junto a Betty hasta que éste se quedó profundamente dormido. Julian nunca se había enfermado, y que ésto pasara, era devastador.
Los dos sabían que tenían asuntos que tratar, y por eso salieron de la habitación y se quedaron en silencio en el pasillo por unos breves minutos.
—Jug... De eso te quería hablar— Dijo Betty en voz baja, mirando a su novio. —Es Julian. Quiero pensar que esto no fue nuestra culpa, pero lo es. Julian está enfermo porque no quiere comer, nuestras discusiones lo asustan—
—Lo se— Admitió Jughead, mirándola. —¿Que podemos hacer? No tolero estar lastimando a nuestro hijo. Solo tiene dos años—
Betty tomo aire, con las lágrimas descendiendo por sus mejillas. —Tenemos que separarnos Jughead. Ya no podemos seguir así—
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Quizá una separación temporal sea buena, por el momento. O tal vez no sea temporal...
