𝒆𝒔𝒑𝒆𝒄𝒊𝒂𝒍 𝒃𝒐𝒏𝒕𝒆𝒏; 𝒕𝒂𝒌𝒂𝒔𝒉𝒊

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aishite, aishite, aishite


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Las velas del lugar hacían que la iluminación del lugar fuera muy tenue, aparentemente no hacíamos nada malo, eso sí no ponías demasiada atención.

Muchos de mis 'compañeros' diseñadores escondían secretos y había un gustoso culposo en particular por el cual cada uno de ellos guardaba un secreto. Además de los empresarios, mis colegas son otra de las razones por las que a Kokonoi le agrado tanto, el poco dinero que llegó a necesitar de él es multiplicado y todo por eventos como éstos. 

Es un gusto que aunque me parezca repulsivo, le da un muy buen ingreso a Bonten.

El secuestro y/o trata de menores siempre ha sido un negocio millonario. Demasiada demanda y poca oferta. 

Bonten se encarga de tener siempre la mejor mercancía, nuestros clientes quedaron encantados desde la primera vez y el grupo de enfermos estaba dispuesto a darnos una gran cantidad de dinero por tener sexo o comprar a algún mocoso o chiquilla.

Las reseñas positivas aumentaron cuando Sanzu tuvo la maravillosa idea de drogar con viagra a la mercancía, aunque claro, eso depende de cada cliente, pues mientras a algunos les gusta oír como suplican por ellos, completamente sumisos, otros prefieren el forcejeo de antes y las súplicas durante.

Bonten además de brindarles la mercancía, -ya fuera chico o chica-los escolta a un lugar seguro donde nadie más sepa de las perversiones que se llevan a cabo allí. Seguridad y placer, los tontos no piden mas.

Es por eso que en la 'fiesta' cada tanto desaparecen las personas.

Acaricio la cintura de mi musa, asiento cuando me dice de ir al tocador y la dejo ir, aparentando que me interesa saber a qué modelo fuerzan a tener relaciones con quién.
Sin embargo, mi mirada la sigue y ve con atención como habla con un maquillista, parece bastante incómoda.

El enojo inunda mi cuerpo, me disculpó con el grupo de gente, que apenas me hace caso y la alcanzo.
Tomó su muñeca con fuerza, dejando con la palabra en la boca al chico para adentrarnos en uno de los cubículos del baño. Su ceño parece confundido y sus mejillas suavemente teñidas de rubor me hacen pensar que tal vez bebió un poco más de lo que debía.



—¿Qué estabas haciendo? —murmuré entre dientes.



Ella frunció el ceño un segundo y enseguida soltó una risita, rodeando mi cuello con sus manos, acarició mi cabello negro.



𝗢𝗨𝗥 𝗟𝗜𝗧𝗧𝗟𝗘 𝗚𝗜𝗥𝗟 / 𝘁𝗼𝗸𝘆𝗼 𝗿𝗲𝘃𝗲𝗻𝗴𝗲𝗿𝘀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora