𝟎𝟒𝟔

324 27 0
                                        

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Los ojos del hombre se hunden en terror al ver al de cicatrices pasar su lengua a través del cuchillo, saboreando aquel líquido carmín.
Sangre que era de sus compañeros, había matado ya a dos de ellos y solamente quedaba él y otro más. Se preguntaba a cuántos hombres más habría matado pues el suelo —y las enormes rastros de sangre— fue lo primero que vió en cuanto recuperó la conciencia.

Sanzu mira con sorna al hombre frente a él, ríe divertido cuando lo ve cerrar los ojos al acercar el cuchillo a su rostro. Hace un profundo corte en la mejilla de él para después cortar la tela que aprisionaba su boca. El hombre toma una gran bocanada de aire e intenta decir algo, sin embargo, el bate de Rindou lo impacta en la cabeza haciéndolo caer junto a la silla, los hermanos ríen divertidos mientras Sanzu se apresura a restregarle su zapato por el rostro, obligándole a meterlo en su boca y riendo a carcajadas cuando le provocó arcadas.

Ran tocaba con la punta de sus dedos las herramientas de tortura, debatiéndose mentalmente sobre cuál debería usar, cuando su subordinado empezó a toser violentamente mientras balbuceaba por piedad por parte de sus superiores. 



—Por favor, Sanzu-san —dijo, ahogándose con su propia saliva, respiraba agitadamente—. No sé que le habrán dicho pero yo no traicione a Bonten —negó escandalizado—. ¡Nunca haría algo como eso, pueden pedirme lo que sea y yo lo haré!


Claramente estaba desesperado. Rindou soltó una risita mientras sonreía ladinamente.



—¿Por qué crees que estás aquí? —Ran preguntó viendo la filosa punta del taladro en sus manos, sonriendo en grande cuando comprobó que funcionaba de forma correcta.

—P-por... —tragó saliva mientras veía al Haitani acercarse—. ¡Por algún bastardo mentiroso!

—¡¿Ah?! —el rostro de Sanzu se tornó sombrío—. ¿Me estás diciendo mentiroso?

—Eso parece —Rindou le provocó, divertido con la situación.

—S-Sanzu-san —negó—. Debe haber alguien inculpándome... Yo nunca les robaría o traicionaría de ninguna manera. 



El hombre derramó unas cuantas lágrimas al notar el taladro de Ran contra su pierna. Gritó de dolor y se removió con fuerza al sentir la perforación en su piel y el desgarre que el movimiento del aparato le causaba, ahora no podía sentir aquella extremidad. 



—¿Sabes cómo fue que traicionaste a Bonten? —Rindou se puso de pie con una mirada inexpresiva—. Al meterte con nuestra chica.

—¿_-______-san? —recibió miradas severas al pronunciar su nombre y una patada le hizo girar su rostro.

𝗢𝗨𝗥 𝗟𝗜𝗧𝗧𝗟𝗘 𝗚𝗜𝗥𝗟 / 𝘁𝗼𝗸𝘆𝗼 𝗿𝗲𝘃𝗲𝗻𝗴𝗲𝗿𝘀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora