Capítulo 32

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Una semana había pasado desde la llegada de Jungkook a esa gran ciudad, todo era tan nuevo, las grandes calles siempre llenas de gente, los turistas que le sonreían, las cafeterías que vendían sus pasteles especiales, aunque hasta ese entonces no entendía que era lo especial, y los extraños aparatos que llamaban celulares. 

El camino a su trabajo siempre venía acompañado de un nuevo descubrimiento, aprendiendo el cómo funcionaban las cosas. Cuando el metro lo dejó en la parada que ya reconocía, miró el reloj en su mano derecha y apresuró sus pasos hasta llegar a la cafetería.

―Buenas tardes, Mark. ―saludó al chico del delantal negro.

―Hola Jeon. El señor Bang dijo que hoy estarás en la barra. 

Jungkook asintió y se dirigió a la cocina, allí dejó sus cosas y se colocó un delantal negro. Hasta ese momento todo parecía relativamente fácil, las funciones en la cocina se parecían a sus deberes en el convento, pero la barra si era otro mundo, porque ahí se encontraban pequeñas máquinas que servían café, otra que se encargaba de moler el hielo, y muchas botellas que no sabía que eran. 

―Estoy listo. ―dijo hacia Mark.

―Bien, hoy aprenderás como trabajar en la barra. ―dijo Mark. ―¿Con que quieres empezar?

―Con las pequeñas máquinas. 

―¿Máquinas? ―sonrió. ―Se llaman cafeteras, nos facilitan la vida, solo necesitamos llenarlas de agua, un poco de café, presionar los botones correctos y la orden estará en unos cuantos minutos. 

Así empezaron las largas lecciones sobre el funcionamiento de la barra. 

Cuando fray llamó en busca de un empleo, la idea era que Jungkook se quedara en cocina, pero después de conocer al dueño se decidió que estaría en la barra y para eso necesitaba aprender demasiadas cosas, que incluso para personas que tenían experiencia se les hacía difícil. 

Pero Jungkook era la excepción. 

―¿Ya lo hiciste? ―exclamó asombrado Mark. 

―Sí, ¿por qué? ¿hice algo mal? 

―No, al contrario, lo hiciste bastante bien para ser tu primer día en barra, al parecer tienes habilidades para esto Jeon.

Taehyung sentía su corazón palpitar fuerte mientras la camioneta llegaba al aeropuerto. Ese era el gran día, su regreso solo estaba a horas. El proceso de abordaje fue más sencillo que el resto. 

Pronto estuvo sentado en esa gran cabina, a su lado su tío y el infaltable señor Robert. Se sentía orgulloso, su viaje se adelantó una semana por causa del empeño de Taehyung y su habilidad al arreglar todo para regresar lo antes posible. 

El día por el que tanto había esperado ya había llegado, mientras ese avión subía hasta lo más alto del cielo, así también subían las ilusiones de Taehyung por volverse a encontrar con Jungkook. Durante todo el viaje no hizo nada más que crear escenarios imaginarios de su reencuentro, sabía que dar con el pelinegro no sería tan sencillo como sus pensamientos lo proyectaban, pero con cada minuto que pasaba solo hacían que su burbuja de pensamientos proyectara únicamente a Jungkook. 

El aterrizaje fue entonces la bienvenida al nuevo paso que daría, pisando la tierra donde nació sintió que estaba cerca, tan cerca de Jungkook como nunca antes lo había sentido. Después del aterrizaje una camioneta los llevó hasta la nueva y desconocida casa de Taehyung. 

Sus ojos se abrieron en sorpresa al ver la enorme casa en donde viviría. Mientras la camioneta pasaba por el grande y cuidado jardín que conducía a la entrada y se detuvo en la puerta principal, Taehyung se quedó mudo. Eso era demasiado, esa casa era incluso más grande que la casa de su tío, estaba bien equipada con una piscina, un campo de golf, una enorme sala, una biblioteca, muchos dormitorios, jacuzzi, cocina, comedor y demás ambientes que el castaño no había visto aún.  

LA LIBERTAD DEL ALMA - KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora