Capítulo 21

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Anselmo abrió sus ojos en sorpresa por todo lo que estaba escuchando, preguntándose cómo tenía a alguien tan valioso en sus manos y él no estaba enterado.

―Aceptar mi trato es lo mejor que puede hacer padre. ―dijo Arschloch. ―Con un millón de euros puede hacer lo que quiera, apoyar al convento o guardarlo para su vejez, usted decida.

―Pero solo quiere que le entregue al chico ¿verdad?

―Sí, mire a ese dinero como un pequeño pago por todo lo que hicieron por él, además necesito todos los documentos personales del chico.

Pronto la cabeza de padre se saturó de todos lo euros que le estaban prometiendo, las vacaciones de su vida, y la enorme casa en la que alguna vez soñó vivir, sueños que ahora podría hacer realidad.

No es tan malo aceptar esto, digo que solo es un pequeño pago por cuidar todos estos años del chico, lo tengo más que merecido.

―Señor Arschloch, aceptó. ―exclamó. ―Solo dígame que necesita y lo alistaré para usted.

―Excelente decisión.

Así el trato quedó cerrado, un acuerdo, dinero y el destino de un chico se decidieron en las cuatro paredes de esa oficina. Desde esa única reunión, fray estaba intranquilo por recibir su dinero, era claro que las donaciones del convento y el millón de euros eran asuntos completamente separados.

La espera no demoró mucho, porque días después de la reunión, una gran camioneta se estacionó delante del convento. Un joven vestido con un elegante traje negro bajó y caminó hacia la puerta, apenas llegó toco la gran puerta de madera.

―Buen día. ―exclamó a fray Dante, que lo recibió.

―Buen día, quisiera hablar con padre Anselmo, vengo de parte del señor Arschloch.

Fray al escuchar ese nombre asintió y fue de inmediato en busca de padre, se dirigió hasta su oficina, al llegar tocó desesperado.

―Padre, tiene visita de parte del señor Arschloch. ―exclamó fray, aún con la puerta cerrada.

La puerta se abrió de rápidamente.

―¿Dónde está? ―exclamó padre.

―En la puerta. ―respondió fray, haciendo que padre saliera a toda prisa hacia la puerta.

Al salir, vio al elegante joven que lo esperaba.

―Buen día. ―saludó. ―Soy yo padre Anselmo.

―Buen día padre, tengo instrucciones de entregarle esto. ―explicó, sacando un pequeño sobre de su bolsillo. ―Es de parte del señor Arschloch. ―agregó, extendiendo el sobre.

―Por favor, dígale al señor Arschloch que muchas gracias.

El chofer asintió. ―Eso es todo lo que tenía para usted, tenga un buen día. ―dijo, caminando de nuevo a la camioneta.

Padre guardó el pequeño sobre en uno de sus bolsillos y volvió a entrar al convento, caminó hasta su oficina y cerró la puerta con seguro.

Se sentó en su escritorio sacando el sobre, lo abrió con sumo cuidado revelando el cheque que hizo a sus ojos brillar.

―Un millón de euros. ―susurró para sí mismo. ―Y es todo para mí. ―sonrió.

Sacó una llave de su bolsillo y abrió un cajón del escritorio. Colocó el cheque de nuevo en el sobre y lo guardó en el cajón, todo su dinero bajo llave.

La tarde había caído, y unas angelicales voces resonaban en el convento, el coro estaba ensayando.

LA LIBERTAD DEL ALMA - KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora