cap 2

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Después de dos semanas.
Jennie pasaba horas practicando su actuación mientras yo limpiaba, esperaba que viniera alguna niña a preguntar, ¿Jennie está en casa?, ¿Jennie puede salir?, pero nadie tocaba la puerta, no tenían visitas, era extraño, la señora Kim tenía mucho tiempo viviendo en Tailandia entonces ¿Porque nunca tenían visitas?.
Entonces en ése momento pensé en ver lo que hacía encerrada en su habitación, pues tenía algo de tiempo libre, subí a su habitación, acerqué mi oído a la puerta para escuchar cómo practicaba algunas de sus líneas, me reía con tan solo imaginar lo graciosa que se veía hablando sola frente al espejo, trataba de tener cuidado ya que la otra vez se enojó por eso, además no quería enojarme, de pronto escuche algo que parecía no ser un diálogo del libreto.
—Que puedo hacer para que me salga bien—.
—Necesito hacerlo bien— escuché un suspiro y sentí lastima, trague saliva, sentía algo de lastima por ella no entendía que es lo que para ella estaba mal, tampoco me interesaba, sólo quería ayudarla así que abrí la puerta.
—No te llamé— argumentó con ésa actitud fingida de una persona egoísta.
—Lo sé, pero creo que necesitaba ayuda— respondí con seriedad.
—Claro que no— volvió a mirar a su libreto.
—Puedo fingir Ser el director y opinar un poco sobre su actuación—.
—¿Que sabes tú de actuación?— atacó volteando a verme con el seño fruncido.
—Nada, pero soy un espectador ¿No sé supone que esto va dirigido al espectador? — dije tratando de ser sabía, mientras tomaba un banco, sin preguntar para sentarme frente a ella, en ese momento debí a ver olvidado que soy una sirvienta. Recuerdo que crucé mis brazos y piernas, la miré con una ceja alzada.
—Está bien— dijo Jennie, me miró con sus cejas arrugadas, mientras apretaba su labio, un poco dudosa me dio el libreto y empezó su actuación.
Salió de la habitación, unos segundos después escucho los toques de la puerta procedo a abrirla.
—¿Que haces? — dice disgustada con las manos cruzadas.
—Abrí la puerta— era lo obvio, Jennie inclinó su cabeza mirando mi mano derecha.
—oh— reaccioné.
—Empecemos otra vez— le cerré la puerta en la cara sin darle oportunidad de quejarse, de seguro si no lo hacía me hubiera echado a patadas.
La puerta volvió a sonar, esta vez revise el libreto con algo de torpeza.
—¿Quien es?— fingí la voz masculina, para hacer esto algo divertido, ya que en mi mente esto era un juego
—Lolita—.
—Adelante— abrí ahora si la puerta.
—Aquí está el desayuno, buenos días— saluda, con una buena interpretación de una niña coqueta con movimientos delicados a pasos lentos.
—Buenos días— en el libreto decía que Humbert escondía sus cosas para recibir el desayuno, yo fingí que guardaba algo en el guarda ropas de Jennie.
—No le digas a mamá que me comí tu tocino—.
Caminaba a mi alrededor con sus manos enredadas tras su espalda.
—Tienes una cara muy larga— continúe con mi graciosa interpretación.
—oh sí— se apega más a mi, no sé cómo podía juzgarse a si misma se movía como si quisiera intentar seducirme pero a la vez también me hacía sentir incomoda, arruga su nariz, como si esté cuarto no fuera suyo sus dedos dibujando las líneas del armario.
—¿Que estás escribiendo? — Pregunta.
—Un poema— hablé de prisa sosteniendo las hojas con una pésima actualización.
—De que trata— intentaba abrir los cajones para ver el supuesto poema, incluso se inclinó eso causó que por accidente vea bajo su falda, entonces sentí la atracción de Humbert por Lolita, aunque está situación es diferente mi mente no parece estar retorcida, mis manos temblaron de los nervios.
—De personas— respondí dándole la espalda.
—Creí que era un diario o algo así— se incorpora, acercándose a mi.
—Siempre escribo mis poemas en un diario de cuentos, es una de mis técnicas— dije temblando, Jennie rodeó mi cintura después recostó su cabeza en mi hombro con la misma delicadeza y fragilidad que le daba un toque sensual.
—¿Tienes miedo de que alguien las venda a Hollywood? — me abraza más, rozando sus mano cerca de la parte de mi espalda, donde está ya pierde su nombre.
—Quieres que te lea un poema— digo alejándome de ella, pues mi pulso se acelera, talvez es la situación o el trato de Jennie.
—Bueno— empecé a leer el poema escrito, mientras volvía a sentarme en el banco.
—¿Es algo cursi?— Jennie continua con su excelente interpretación, se sentó en mis piernas no sé si era su intención dejarme ver debajo de su falda antes, pero ahora me hizo creer que todo esté coqueteó es real incluso olvide que estábamos actuando.
—Que tienes... que objetar— dije pausadamente, no sé si está bien sentir la atracción sexual por ella ahora.
—Lo de el panorama hermanita, es como Lolita dulcecita— su mano abraza mi espalda, mientras acerca un poco su cabeza a mi, me quedé maravillada con el rosado de sus mejillas, el marrón de sus ojos, lo adorable que lucían sus pequeños ojos.
—Buena observación, si estuvieras en mi clase te pondría diez— dije después de unos segundos de silencio, Jennie se alejó para sentarse en la cama frente a mi, parecía que no supiera lo que estuviera haciendo pero a la vez con la intención de hacer que caiga en su juego.
—Se enojo Nona Farlow cuando te saliste de su fiesta— continué.
—¿Nona? — ríe, hace un sonido contagioso y dobla sus piernas otra vez esa corta falda me hizo sentir excitada, pues me reveló parte de sus piernas, pero no me refiero a la parte baja si no a la alta donde está más cerca de su interior.
—Pensé que eso pasaría continué—.
—Deja que te cuente algo acerca de Nona—.
— Dime Lolita— está vez yo me dejé llevar por lo que me decía mi impulso, en ése momento no lo sabía pero ya no estaba actuando, me senté alado de Jennie haciendo que nuestros dedos se toquen.
—¿Lo prometes?—se inclinó hacia mi.
—Nunca revelaría tu secreto— hablé en un susurro, mientras nuestro labios estaban a dos pasos de juntarse.
—Entonces te ganaste un premio— nuestras miradas se conectan por unos segundos, la escena había terminado a pesar de eso ninguna rompió el contacto visual o dijo una palabra, hasta que mi libreto cayó eso hizo que nos separamos, también hizo que riéramos juntas por primera vez.
—Lo hiciste bien, creo que conseguirás el papel— hablo mientras las dos nos levantamos de la cama.
—Tu tampoco eres mala actriz— reí por lo bajo y rasque mi cabeza.
—Un consejo, trata de no ser muy sensual, recuerda que eres muy joven para esas escenas— aconseje como mayor.
—¿Que quieres decir?—.
—Ya sabes, ser un poco más niña—.
—No tengo idea de cómo ser una niña, siempre estuve rodeada de mayores— era triste, entonces eso explica porque no tiene muñecas, o amigas
—No sabía— mencionó.
—Esta bien no pasa nada— sonríe.
—Lo harás bien—.
Esa fue nuestra primera conversación, quisiera que vuelva a suceder.

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