cap 6

464 42 3
                                    


Kim Jisoo, tenía vibras de una mujer llena de glamour, por su ropa tan detalladamente arreglada y su vestido costoso, no tenía ningún pensamiento acerca de ella en ese momento, ni siquiera me di cuenta en que momento, pero solo nos volvimos mejores amigas. Cuando regrese a la mansión con una sonrisa, lista para volver a la rutina, pero me encontré a Jennie.
—Pranpriya ¿Dónde estabas? — estaba en las escaleras con la mano en la cintura, con el horrible suéter.
—Fui a dar un paseo— nunca utilicé una señorita o cosas así con Jennie, pues yo era mayor así que porque tenía que hacerlo.
—Puedes hacerme un jugo de limón—.
—Okey— asentí.
—No mejor de naranja—.
—Bien—.
—O talvez chocolate, no mejor café... no chocolate—.
Jennie era indecisa a veces, no sabía elegir entre tantas probabilidades tuve suerte de acostumbrarme a su ritmo y ayudarla a elegir, pero en su vida si sabía lo que quería.
—Que tal café con chocolate, capuchino se cómo hacerlo— respondí tranquila, sacudiendo un poco mis hombros.
—Sí... me gusta— me dijo con una sonrisa.

Después de ya tener la lista de orden. Me quité mis zapatos y me dirigí a la cocina pero en ese instante, Jennie dijo algo que me hiso dar cuenta que algo malo estaba pasando.
—¿Cree que estoy algo gorda? — era una niña de catorce años, tenía senos muy pequeños, su cuerpo apenas se desarrollaba.
—No— dije con sinceridad, mirándola con mis cejas arrugadas mientras Jennie jugaba con sus manos. Fue el momento exacto para culpar al horrible suéter.
—Es ese horrible suéter, te queda bien el rojo, pero ese suéter es muy grande, si talvez fuera más pequeño... —.
—Jajajaja— ahí fue el primer momento en que esa dulce niña me hizo sentir mariposas, nunca olvidaré que ante mis ojos parecía una princesa, esa pequeña carcajada me dejó congelada solo para contemplar su belleza.
—¿Sabes cocer? — preguntó.
—Sí, era la forma en la que mantenía quieta en el orfanato—. Caminé a la cocina para preparar su capuchino, mientras ponía la leche en la batidora
—Que es un orfanato— Jennie tenía sus manos sobre mis hombros, mientras se paraba de puntillas para ver el proceso.
—Es un lugar donde los niños son llevados por sus padres cuando ya no los quieren— respondí en un susurro concentrado en lo que hacía, cuando la maquina paró Jennie se había quedado en silencio.
—Eso es muy triste—.
—No importa, así aprendí a hacer dependiente de mi misma— siempre vi las ventajas en las desgracias, eso fue lo que hizo que Jennie se enamorara de mí.
—Pero... no entiendo aún eres menor de edad, ¿Porque estás trabajando?—.
—Pues es difícil que adopten a un adolescente, no me iba a quedar esperando a que alguien me sacará de ahi—. Dije poniendo la leche en la taza seguido de eso la puse en el microondas por treinta segundos.
—Eres fuerte— me dijo después de arrimarme al mesón con los brazos cruzados, su adorable rostro que ahora veía con otros ojos me hizo olvidarme de su suéter, solo veía el color rojo y ella.
—Gracias— el microondas paró, tomé la tasa vertí con cuidado el café, luego agrega la canela en polvo.
—Listo— le dije riendo mirando al capuchino.
—mmmm— dice oliéndolo con sus ojos cerrados.
—Sabes que, huele delicioso— toma la tasa para darle un pequeño sorbo.
—Rico— dijo sin dejar de reír, me hizo poner nervioso, recuerdo que nuestras miradas estaban muy cerca mis pupilas recorrían el gesto de su nariz cuando se arrugaba, significaba que le había gustado.
Pero a mí me gustaba ver cómo ella lo disfrutaba.
—Pranpriya…—.
—Dime Ponpak, así me decían en el orfanato—.
—¿Ponpak? —.
—Té quedó delicioso Ponpak— dio otro sorbo.
—Ponpak, pin pon el muñeco punk pan—
—Que haces— no sabía lo que hacía diciendo palabras parecidas a mi nombre, pero era cuestión de tiempo para descubrirlo.
—La, li la—.
—¿Que haces—.
—Ponpak, pareces ser alguien delicada, fina, tu nombre no se parece a ti—.
—¿Entonces que nombre me pondrías? —.
—Lalisa, eres fina y delicada podrías ser alguien elegante— use los ejercicios de los cantantes para cantar, en las partes de: la, la, la. Jennie me dio un nombre pero aún no lo tomaría cómo mío.
—Te diré Lili, me gusta más ¿Puedo? —.
—Claro, mis padres solo me dieron ese nombre porque debían nombrarme y ya, tampoco me gusta, es lindo lisa—.
—Sabes me gusta mucho conversar contigo, eres mi primera y única amiga— mientras hablaba sus dedos dibujaban círculos en el borde de la taza.
—Tu también— era otra cosa que teníamos en común, yo fui su primera amiga y ella también.
Luego fuí su primer beso su primer amor, aún así no fue suficiente.

Cuando la noche llegó miré al suéter y los hilos e agujas, tomé una libreta entonces… simplemente dibuje cosas sobre el suéter, hasta que sin darme cuenta, empecé a cocer con el hilo rojo, y sin darme cuenta había creado un suéter.

______________________________________

—Dios Lili, ¿Que le hiciste?— fue lo primero que dijo Jennie cuando vio en lo que había convertido su suéter.
—¿Que sucede?— dijo su mamá acercándose a la mesa.
—Mira, Lili lo hizo ¿No es hermoso? — la mamá de Jennie no le tomaba importancia a las cosas que decía su hija, era triste tener que contemplar eso. Jennie se puso frente a ella con el suéter sobre si mientras decía.
—¡Mirá mamá, mirá! — pero a su madre le interesaba más lo que decía el periódico que su hija.
—¡Mamá! —.
—¡Mamá no es hermoso! —.
Era cruel ver eso, solo la miro cuando dijo.
—Jennie, cállate debo leer el periódico, desayuna rápido porque te recuerdo que debes grabar una película en 24 horas y estamos atrasadas— Jennie dejó aún lado la conversación asintiendo con la cabeza y desayuno.
No sé merecía eso, por eso entendí tantos sus sueños.

No sé merecía eso, por eso entendí tantos sus sueños

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
la musa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora