capitulo 1

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Ponpak Manobal, la gran revolución de la moda, apodado la revelación de la moda, por ser el origen de muchos diseños liberales y femeninos, también por Ser el origen de la combinación de la prendas femeninas y masculinas , si Ponpak Manobal es eso la revelación de la moda aunque la Ponpak Manobal que creo todo esto es todo lo contrario a lo que significa
su marca.

Hay cosas que no e dicho, que para todos es un misterio, ¿Porque nunca tuve novio?, ¿Porque no me casé?, ¿Porque no tuve ningún amante?, si soy realmente hermosa, ¿Porque solo tuve una musa?, y el porque las líneas de ropa más importantes que e creado tienen su nombre.
Bueno pues estoy escribiendo esto para contestar todas esas preguntas, para que nadie cree ficción o teorías de mis secretos, para que nada de mi memoria sea alterado.
Nací el 21 de marzo de 1883, Satuek District, Tailandia, no se cómo a qué hora, solo sé que fui puesta en un hospicio, fui creciendo como una niña muy inquieta a pesar de las horribles golpizas de las monjas nunca lograron controlarme, siempre me escapaba de clases, para jugar o por el echo de que no quería estudiar, en ése momento me conocían como Panpriya, pero me apodaron Ponpak.
Una noche, cuando me escapé vi a una joven de cabello café que trabajaba una cuadra atrás del hospicio, era alta, delgada y vestía una blusa que dejaba ver su abdomen, también unos pantaloncillos largo hasta las rodillas, estaba parada en la carretera sonriendo, no parecía consiente, me gustaba la forma de sus labios redondos y carnosos, tenía una pequeña bolsa que sacudía hacia adelante y hacia atrás, su tez era blanca, era hermosa porque no podía ver sus pequeñas arrugas que delatara sus treinta, sus pechos no eran tan grandes como para decir que tiene mucho busto ni tan pequeños como para burlarse, era hermosa, no le estoy hablando dé mi primera musa, si no del primer momento en que me sentía atraída por una mujer, asta ése momento no lo sabía, en ése momento no lo pensé, pero en ese momento sabía que me excitaba ver su cuerpo quería ver más de ella aunque sea solo un momento, en ése momento mis ojos dibujaron su cuerpo.
En ése momento supe que era diferente:
—¡Panpriya! — fue en ese momento donde mis hormonas se alteraron, cuando vi a una prostituta, fue interrumpido por una de las monjas, tomó mi cabello y me hizo caminar a su paso.
—Muchacha del demonio, que Dios perdone tus pecados— pedía misericordia a Dios por mi mientras me llevaba del cabello camino al hospicio, yo apretaba mis dientes y sobaba mi cabeza por el dolor, tratando de controlar el ritmo de mis pies.
—Hermana por favor no me sacuda fuerte— digo entre quejidos por mi cabello.
Cuando llegamos al Hospicio mis tareas aumentaron, tenía que lavar los platos y también limpiar el piso, ordenar libros, de pronto lo vi… Me había quedado horas limpiando asta muy tarde y observé a una de las hermanas que terminaba de cocer un vestido para la muñeca de una niña, cuando esta se lo entrego la niña saltó de alegría.
—¿Te gusta? — pregunta.
—Si, es muy lindo— dice la infante.
Yo estaba parada detrás de ella viéndola sonreír, me llamó mucho la atención aquella escena, talvez por qué asta ese momento no había sentido esa sensación, de que alguien haga algo por mí, pero mi mirada se dirigió a la aguja y el hilo, caminé con la falda mojada y sucia a un rincón de la puerta.
—Panpriya— la monja me llamaba por mi nombre, pero yo hacia casa o miso a sus llamados, miré los hilos alrededor de la aguja sobre una mesa de madera, no sabia lo que esto podía significar para mí vida, en ése momento solo vi algo que me gustó y ya.
—¿Me enseña? — digo de la nada, la monja se sorprendió al escucharme decir eso, pues de mi se conoce que soy inquieta, que me gusta correr afuera, ensuciarme con el lodo, jugar con chicos, pero nunca nadie pensó que algo dulce y tranquilo como la costura me llegara a interesar.
—Bueno... — la monja se sentó a mi lado tomó el hilo y la aguja, y empezó a hablar...
La mujer no quería perder la oportunidad de encontrar la forma de mantenerme tranquila, con sus explicaciones simples que para mí fueron las más interesantes que he había escuchado.
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Cuando cumplí dieciséis empecé a trabajar para una familia adinerada que provenían de Corea, de apellido Kim, conseguí ese trabajo gracias a una de las monjas, la rutina era espantosa despertar a las cinco para limpiar baños, pisos y regar el jardín.
Fue ahí fue donde conocí a Jennie, tenía un largo cabello negro unos labios rosados y finos, su tez era muy blanca.
Ella vivía con su madre, en Tailandia, pero era de Corea, se casó con un multimillonario proveniente de nueva Zelanda, sin embargo decidieron separarse al no tener los mismos sueños.
Mi primera impresión de Jennie fue que era una chica mimada, arrogante y orgullosa, lo decía por su forma educada de ser y su habitación llena de vestidos, perfumes y con zapatos caros.
En ese entonces no era tan conocida como actriz, solo había hecho comerciales y personajes secundarios, pero ese día ella recibió una noticia que lo cambiaría todo.
—Tienes un papel, serás Lolita— dijo su madre lanzando un libreto en la mesa, Jennie solo lo sujeto y leyó algunas líneas.
—¿Quien es Lolita?- pregunta Jennie poniendo el libreto sobre sus piernas, con su pecho inclinado a la mesa para oír bien sobre lo que trata su personaje.
—Una niña inquieta que seduce a su padrastro— esa era la razón por la que era contratada Jennie, es difícil conseguir a una actriz menor de edad que quiera hacer escenas incomodas con un adulto, amenos de que tú carrera esté iniciando y tú madre quiera que seas actriz a cualquier costo.
—No me gusta la historia— murmura Jennie en un susurro, que su madre alcanzó a escuchar.
—Hay actores que tampoco les gusta la historia de sus personajes y aún así los hacen, abecés te puedes sentir cómoda actuando abecés no, todas las carreras en el mundo tienen algo bueno y malo solo tienes que saber vivir con eso— en ese momento yo servía el café mientras observó el sermón, la madre tenía razón en lo que decía y si estaba de su lado pero..., Jennie era una niña solo tenía trece años era necesario para ella saber esto, debía ir a la escuela jugar con sus amigas ¿Porqué para ella hacer estos sacrificios era importante?, talvez ella se preguntaba lo mismo, no sé quedó con la duda e inclinó su cabeza y dijo.
—Por qué tengo que hacerlo? — pero su mamá sólo le dio un sorbo a su café tomó el periódico y en un tono elevado y neutro respondió.
—Por que eso me haría feliz— una frase que ató a Jennie por completo. Para mí esa era una estúpida respuesta para una pregunta sería.
Salí del comedor y me dirigí a hablar con el resto de los empleados, había una mujer de unos cuarenta años, la llegue a considerar una madre era la nana de Jennie, así que la conoce desde pequeña, su nombre era Malee, pero le decimos.
—Male— pregunto apoyando mi rostro sobre mi mano en el mesón, con la cabeza inclinada.
—Dime Ponpak—  dice mientras seca los vasos.
—Por qué la señora Kim está muy interesada con que Jennie sea actriz— pregunté, la señora Male acomodó los vasos aún lado y me abrazo por la espalda y me confesó todo.
—La mamá de Jennie quería ser actriz, pero nunca pudo cumplir ése sueño. Cuando nació su hija vio en ella la oportunidad de hacer realidad ese sueño que nunca pudo cumplir—.
—Además es Alcohólica—.
—Y ¿su padre?— pregunté, talvez si su madre era una loca con un sueño frustrado, su papá podía hacer algo.
—Su papá no parece interesado en su futuro, pero si mostraba a apoyo, cree que con darle dinero será suficiente para su hija, no quiere saber de ella pero tampoco quiere reclamos de su parte—.
Fue ahí donde lo supe todo, era curioso porque Jennie no era una chica pobre, si no una chica de una sociedad económica que puede sustentarse, pareciera que su vida fuera una fantasía, yo creí que era así esa era mi expectativa asta ese momento, la juzgue mal.

la musa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora