Capítulo XXIV: Compasión

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Al escuchar a la castaña todo el mundo se alertó, ¿Cómo que no había forma?

- ¡Siempre hay forma de matar algo! -Respondió Mosquito mientras intentaba picar al monstruo. - ¡Ni que fuera Kenny!

Leo se quedó viendo al monstruo por un momento, tenía un nivel de regeneración igual de rápido que le pelirrubio, por lo que, si bien no era posible matarlo, tal vez era posible hacerle suficiente daño para alentarlo y escapar de él.

- ¡Entonces solo hay que noquearlo! -Gritó Leo, haciendo que todos siguieran luchando, aunque parecían ellos más cansados que el monstruo enfrente de él.

La batalla empezaba a desgastarse, Tweek estaba ya descansando y cuidando que los Uncaros no los fueran a matar a alguien en un descuido, junto con Heidi que intentaba buscar en sus recuerdos algún dato útil de Culo Sucio mientras ignoraba el llanto de las almas que cargaba en sus hombros.

El que de verdad se lo estaba pasando bastante mal era Tooldshed, quien no podía soportar los llantos de su hermana y, aunque Kyle y Wendy lo estaban cuidando, simplemente el chico no podía concentrarse y su desesperación llamaba mucho la atención de aquellos caballos fantasmales.

- ¡Tienes que controlarte Marsh, cada vez se acercan más! -Le gritó Wendy al chico, mientras veía como Kyle también estaba haciendo volar a algunos Uncaros y atrapando algunos amigos que Culo Sucio también hacía volar.

- ¡Lo intento, joder lo hago! -Gritaba el chico al borde de las lágrimas, las palabras y la desesperación de su hermana lo estaban volviendo loco, no podía, no sabía como callar aquello que lo atormentaba tanto.

Karen veía esa escena con algo de tristeza, si bien ella también escuchaba a su padre, su hermano y al bebe que seguramente era el hijo de Butters, no sentía esas ganas de ir con ellos, con tan solo ver a su hermano y a su manada a lado se sentía segura, tal vez, eso era lo que Stan no tenía, seguridad.

Ella misma nunca se considero una persona compasiva, no dudaba ni un segundo en girar el gatillo cuando la situación lo ameritaba, tampoco dudaba en golpear a su hermano, en decir lo que sentía y en expresar sus emociones. Sin embargo, Karen siempre había sido alguien empática a los inocentes, rescataba niñas de tratas de personas, liberaba animales del tráfico ilegal, le gustaba ayudar a víctimas de algún incidente como voluntaria.

Su doble personalidad era su esencia, linda y feroz a la vez, llena de peligro, pero a la vez, necesitada de protección.

-Oye Stan, ¿Qué escuchas? -La chica se acerco con tranquilidad, poniéndose a su lugar, intentando buscar un contacto visual.

Pero Stan estaba en posición fetal, con las manos en sus oídos y cerrando fuertemente los ojos, implorando que las voces se callarán de una maldita vez.

-Mi hermana, su dolor y angustia carcomiéndome. -Respondió apenas con un hilo de voz.

Karen no sabía bien que decirle al chico enfrente suyo, sin embargo, dejaría que su corazón hablará por ella.

-Yo escuchó a mi hermano llamándome, como si estuviera buscándome. -Karen puso atención a aquello que estaba intentando retener. – dice algo como "Karen, ¿dónde estás?, Karen, mi niña."

La voz de Kevin era exacta, le lastimaba el corazón, pero, también sabía que pudo despedirse, cuando los ejércitos zombis los atacaron, pudo despedirse de él.

-Pero sabes, sé que mi hermano no me está buscando, porque sabe que estoy con Butters y con Kenny, que estoy bien. -Karen le sonrió al chico apenas pudo hacer contacto visual. -Nuestros hermanos mayores no les gustaría ver que sufrimos, nos quieren mucho y una persona que te ama, no le gusta verte sufrir.

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