Estaba segura que había algo lindo en mi sueño, por eso sentí ganas de ahorcar a Ricardo cuando me despertó.
El golpe suave fue certero. Lo primero que vi fueron las manos de Ricardo sosteniendo una almohada y luego su cara de horror. No me altere, era muy temprano como para entrar en pánico.
—Tenías razón —vociferó Ricardo empujándome para que me levantará de la cama, tenía las sábanas enredadas en las piernas y mientras más empujaba más difícil era moverlas.
—¿Qué? —murmuré. Lleve mis ojos a la almohada, lo que sea que quería decir Ricardo no era tan importante.
—¡Diana! —vociferó él.
«Tal vez sí era importante»
—¿Qué? —repetí.
Luego de la conversación en el baño, la luz fría de Diana había enfriado también mis alarmas y puede dormir como si no hubiese una extraña bajo mi techo.
—Hay que salir —vociferó Ricardo.
Eso no me aclaro nada, pero lo que terminó por despertarme fueron las manchas en su camisa rosa, era de una rosa chillón, de esos que duelen solo de ver, pero la manchas oscurecieron la tela y tuve miedo de pensar en lo que era.
—¿Qué? —repetí —¿Eso es sangre?
Ricardo tiró de mis brazos, las sábanas ataron mis pies y las rodillas detuvieron el resto de mi caída. Si lo que tenía en la camisa no era sangre pronto lo sería.
—¡Ya despierta Kila! —vociferó Ricardo, casi sentí que me había gritado.
El se movió hacia la puerta del cuarto, me dio el espacio suficiente para salir de las sábanas sin romperme el cuello.
—¿Qué ha sucedido? —pregunte. Sentía la acidez matutina en la lengua y aún trataba de definir si el miedo de Ricardo podía esperar a que me cepillara los dientes— Ricardo.
—Tenías razón con Diana, es peligrosa —respondió Ricardo.
En cualquier otro momento me hubiese emocionado de que el sentido común se le había contagiado a Ricardo, pero no logré emocionarme por completo. De pronto Ricardo parecía alguien aún más peligroso.
Insensato, nervioso, ojos dilatados y respiración pesada, era como si Ricardo fuese a saltar por la ventana en cualquier momento.
—¿Ricardo? —pregunte.
Salió del cuarto y se sacó la camisa. Fui tras él esperando que su semidesnudez le diera claridad de comunicación.
Vi su camisa tirada en el pasillo, las dudas de si era sangre fueron aclaradas cuando Ricardo pasó las manos por su torso, la sangre había traspasado la camisa y él trataba de quitarse la piel con los dedos.
—Hay sangre en su apartamento. Salí corriendo, creo que no me vio —vociferó Ricardo.
Él sacudió la cabeza y se detuvo al lado del telescopio, su cuerpo se inclinó hacia adelante pero al final decidió que era mejor no ver.
Toques en la puerta lo hicieron saltar y tirarse al baño para esconderse.
—No abras —advirtió él.
—¿Sangre? —pregunté, como si pudiera comprenderlo todo solo diciendo palabras obvias en voz alta.
—¿Estas prestando atención? —murmuró Ricardo, incluso había calmado su respiración con tal de no hacerse escuchar mucho.
—Necesito más contexto —dije.
Dos toques más y la voz de Diana pidiendo que le abran hizo que Ricardo entrara hasta la ducha. No me alarme, Diana sabía los secretos de la noche, no me sorprendía que Ricardo haya encontrado algo extraño y solo esté asustado.
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308
FantasyDentro de mi apartamento estoy protegida de todos los peligros, pero no de ella.