Capítulo 38

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Los archiveros apilados unos con otros eran torres afiladas y frías que no dejaba espacio para que toda la quietud y la vida que brotaba de la felicidad de los niños de afuera entrara.

Cuando pensaba en Samanta ciertamente esperaba encontrarme con una anciana, no esperaba que luciera como un cadáver consciente.

Me costaba mirarla sin sentir cierta aprensión, a simple vista sería difícil diferenciarla de un fantasma. No podía usar el método que había usado en el hospital, aquí todos eran Materias y la miraban igual que yo.

Además, en la habitación solo estábamos nosotras tres.

—Cuatro cuerpos y un fantasma invocado suelto —comenzó Samanta —¿Tienes algo que decir al respecto?

Esperaba que los asesinatos y el fantasma me alcanzarán en algún momento, no esperaba que fuese así. Mire de reojo a Adora, ella tenía una postura más recta y respetuosa frente a Samanta, pero para nada daba señales de sorpresa.

—Fue defensa propia —respondí. No era como si ganara algo negándolo, comenzaba a pensar que me buscaron precisamente por ese evento desafortunado.

—Hay muchas almas en el mundo ¿Qué importaría una menos? —dijo Samanta, su comentario me intrigó, no compaginaba con la visión de vieja solitaria pero abnegada que había obtenido de Scarlet —Tuviste suerte, encontramos los cuerpos antes que los policías y al fantasma antes de que el fantasma encontrara a alguien.

Samanta levantó el rostro hacia Adora y ella se movió mecánicamente, fue a un costado del escritorio y de los cajones sacó un termo pequeño de café.

—¿Por qué me buscabas? —preguntó Samanta.

Tome mucho aire antes de responder, el olor a papel viejo y tierra me llenaron. Era mi momento, para esto había viajado. Era lo único que podía asegurarme estar tranquila por lo que me quedaba de vida.

—Lo que tiene Diana ¿Qué es? Sé que usted se lo puso y su hermano también —dije.

Me sentí terriblemente expuesta, cuando había imaginado el momento de hablar con Samanta siempre había estado con Diana y Ricardo a cada lado, usándolos como muleta social, en cambio tenía que levantar yo misma la conversación frente a dos completas extrañas.

—¿Quién te dijo eso? —preguntó Samanta.

No había habido el más mínimo de alteración en su voz, o su expresión, pero no pude evitar que el peso de la pregunta me empuja hacia abajo como si hubiese recibido un regaño.

—Scarlet, la madre de Diana —dije.

Ya había decidido ir con sinceridad en toda la conversación, esperaba que eso me ganara su buena fe.

Samanta emitió un murmullo que se escuchó como un mutismo. No había exactamente reconocimiento, pero yo tenía el recuerdo de la fotografía para probarme a mí misma de que sí se conocían.

—Te presentas como Green ¿Por qué lo haces? —la pregunta de Samanta me desconcertó, no creía que mi procedencia fuera realmente importante.

—Hasta que no hablé con la señora Scarlet no tenía idea que mi línea familiar era un error, no sé si mi padre lo sabía —respondí, no me sentía exactamente cómoda con el tema de cargar una estafa por apellido.

—Adora ¿Cuáles son sus colores? —preguntó Samanta.

—Dorado ojo izquierdo, rojo ojo derecho—Adora ni siquiera levantó la mirada para responder, estaba centrada en verter agua caliente en una taza de porcelana —visión parcial.

Samanta volvió a murmurar, esta vez parecía un sonido más similar al disgusto.

—Dorado y rojo, solo hay una línea familiar capaz de concebir tal cosa —dijo Samanta, notablemente molesta —Adora, acercame.

308Donde viven las historias. Descúbrelo ahora