La atención excesiva era un nuevo nivel de incomodidad. Era consciente de eso, al menos mis vecinos no sabían que los observaba, pero yo sabía que Ricardo me estaba viendo.
Y me estaba viendo con más fijación de la que había supuesto.
—¿Por qué estás molesta ahora? —preguntó Ricardo.
Él estaba sentado a un lado. Había arrastrado la mesa blanca del comedor y ocupaba todo el espacio del pasillo. Según él necesitaba comodidad para dibujar.
—Después de dos horas, se vuelve incómodo que te estén viendo —respondí.
—Y te va a tocar como otra hora más, estoy dudoso con el color de tus ojos —vociferó él— Si los hago realistas el profesor no va creer que tienes los ojos así, pero si les cambio el color entonces dejaría de ser realista ¿Qué me aconsejas?
—Que te apures —respondí.
Cuando había accedido a posar para el dibujo de Ricardo estaba engañada bajo la idea de que era algo rápido. Lo único que me permitía seguir bajo los ojos oscuros de él eran las veces que podía inclinarme para ver a través del telescopio.
Era el único momento que pasaba de ser observada a ser observadora.
Me incline.
El mediodía se había desintegrado en una tarde despejada y cálida. Y la tarde era acompañada de una rutina determinada.
El matrimonio del 307 tenía su bien planificada tarde de sexo. Ellos siempre lucían rígidos como si fuese un deber necesario que estaba lejos del placer y supuse que estaban teniendo problemas para tener un hijo.
Y eso daba como resultado perdida de tiempo en un sexo que lucía más como una tarea molesta.
La mujer 308 estaba teniendo una de sus tardes aburridas, plantada en el sofá y los ojos fijos en una carrera en línea que estaba indudablemente perdiendo.
Cuando ella notó su derrota pateó el suelo y lanzó los brazos hacia el televisor.
Todos estaban haciendo lo que se suponía y di una pequeña sonrisa de alivio que traté de contraer de mi rostro antes de que Ricardo la viera.
Ricardo ladeo la cabeza. Su sonrisa era enorme y había una amenaza latente detrás de ella.
—Voy a hablar con la mujer —dijo Ricardo levantándose de la silla.
El dorso de sus manos manchadas de grafito mientras sacudía los restos de lápices del regazo.
Vi con pánico la forma en que la suciedad llegaba al suelo, pero el terror fue mayor cuando el comenzó a alejarse de la mesa.
—¡¿Qué? ¿A dónde vas?! —pregunte.
Me levanté de la silla pero no me atreví a dar ningún paso, era como si no quisiese creer las intenciones que mostraba Ricardo.
—A su apartamento —respondió él.
—No puedes decirle que la vemos, nos va a mandar a la policía —dije.
Una de las cosas que más me gustaba de la vista era la distancia de los edificios, lo suficientemente cerca para ver con claridad con un telescopio genérico y lo suficientemente lejos como para no ser delatada.
—Podré ser un poco ridículo, pero no soy estúpido. Le diré una excusa —vociferó Ricardo.
Su voz me llevaba desde la sala, y no fue hasta que escuche las llaves entrar en la cerradura que comencé a moverme.
—¿Cuál? —pregunte. No era capaz de imaginarme ninguna excusa plausible. Así como no era capaz de encontrar un espacio libre sobre y debajo de la mesa para pasar.
—Se me ocurrirá algo en el camino —respondió Ricardo.
Escuché un cerrojo abrirse.
—¿De qué estás hablando? Yo no quiero conocerla —aseguré.
Debajo de la mesa los pequeños rastros de madera de los lápices era como un muro de hierro que no me permitía pasar.
—Pero yo sí —dijo Ricardo.
Escuché otra cerradura ceder.
—Tranquila, no nos va a cambiar la vida por hablarle unos minutos —dijo él.
—Es una mala idea —vocifere.
—¡A ver Kila! —comenzó Ricardo— De día es el único momento en que no podemos sentir miedo. Alguien que sale en la noche como si fuese a comprar pan es intrigante por decir lo menos.
—Es una mala idea —repetí.
La imagen de Ricardo hablando con la mujer del 308 me causó tanto terror que me llevó a agacharme para hacer a un lado la suciedad de Ricardo y poder pasar debajo de la mesa.
Fue demasiado tarde. Ricardo abrió la última cerradura y con un tono lleno de sarcasmo dijo: —No te escucho.
Los restos del carboncillo y madera se aferraron a mi piel. El sonido del último cerrojo cerrándose fue nublado por la visión borrosa de ver mi mano absorbida por la oscuridad.
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Hola. La semana pasada no tuve internet para actualizar, para mi sobrevivir una semana sin internet es casi un milagro. Espero que no hayas sentido larga la espera de estos capítulos
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308
FantasyDentro de mi apartamento estoy protegida de todos los peligros, pero no de ella.