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¿Como seducir a un hombre?

A la hora de dar un beso.

Dejo de leer, y apago el teléfono, suelto un suspiro y me levanto de la cama. Llevo toda la noche en busca de información que pueda ayudarme para los planes de mi padre.

Voy hasta el espejo de mi enorme habitación, la misma de años atrás, pero ahora sin juguetes y más moderna. Miro mi reflejo y no entiendo cómo pretenden que enamore a un hombre en estas condiciones.

Mi cabello está recogido a lo alto en una coleta desordenada. Las pantuflas parecen que se las robé a mi abuela, el pantalón de algodón cubre mis piernas, roza el suelo y la camiseta no me llega al ombligo.

No sé seducir.

Tampoco sé de moda.

Y el único acercamiento que he tenido con hombres son batallas de cuerpo a cuerpo. En dónde siempre salgo victoriosa.

Son las tres de la mañana a poco he podido dormir, bajo en silencio para buscar agua en la cocina y noto la luz del salón encendida, también escucho la tele y decido acercarme.

—¿No puedes dormir? —indago.

Hades está acostado sobre el sofá, el control remoto descansa en su pecho desnudo y sus manos cruzadas a la altura de su cabeza utilizadas como almohada.

—Me gusta este programa —me dice sin despegar la vista de la pantalla.

Doy unos pasos y me dejo caer sobre él, me mira sorprendido en lo que yo me acomodo con indiferencia como si se tratase de algo normal.

Para mí es así.

—¿Qué haces?

—Me pongo cómoda —mi cuerpo queda entre sus piernas y mis codos me sostienen en su abdomen—. Supongo que tenemos mucho de que hablar.

—Y yo demasiado que enseñarte si de hombres se trata.

—¿A qué te refieres? —arrugo la frente y él suelta un suspiro.

—Como por ejemplo, ahora —sus ojos están fijos en mi rostro y lo veo tragar con dificultad—. Hay cosas que no puedes hacer, aunque te parezcan normales.

—Sigo sin entender.

Bufa.

—Joder, soy hombre y estás sobre mi polla —suelta sin más.

Maldición.

—L-lo...lo siento —hago el intento de levantarme lo antes posible, pero termino apretando algo justo ahí y su rostro se contrae de dolor.

—Me aplastas los...

—Dios... —la situación empeora cada que intento arreglarlo. Joder lo toque justo ahí.

Imposible que sea tan grande.

Basta, Rahel.

Yo me levanto y él se sienta.

—Perdón —mis mejillas arden y el corazón me late con fuerzas.

Hades mantiene el contacto visual conmigo hasta que al fin sus hombros se relajan y comienza a reír. Sin poder evitarlo la carcajada brota de mi garganta y ninguno de los dos puede detenerse.

—Soy torpe.

—Por lo que veo, tendré una tarea complicada.

—¿Te darás por vencido, Hades?

—Me gustan los retos —responde—. Los retos difíciles, situaciones que me pongan a prueba y tenga que esforzarme al máximo y dar lo mejor de mí. Te voy a convertir en un arma letal.

Deseo Impuro ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora