Italia, enero, 2010
Hades Morello.
Mi vista viaja por el inmenso jardín, bajo mis lentes para apreciar a las niñas pequeñas que juegan a la orilla de la piscina. Tan inocentes rodeadas de tanta mierda. A lo lejos mis hombres rodean toda la casa y se encargan de mantener el orden. Mi padre está al llegar de una reunión importante con sus socios.
Últimamente, el negocio familiar ha estado un tanto complicado, debido a nuevas amenazas que ponen en riesgo nuestro reinado.
—Lo que daría por tener esa edad una vez más —Rafaela se deja caer a mi lado con una amplia sonrisa en lo que señala a mi hermana y a su hija.
—¿Quieres un poco? —le ofrezco un trago de lo que estoy bebiendo.
La esposa de mi padre me mira unos segundos y luego niega.
—No me gusta beber con este calor —se pasa las manos por el rostro—. Esta temperatura arruina mi maquillaje.
La perdida de mi madre fue un golpe fuerte para mi padre, se siente culpable porque ella murió para darle la vida al sueño de papá y la luz de mis ojos.
Anastasia, la pequeña de cabellos oscuros que ahora corre hacia mi dirección y se abraza a mi cuello arruinando mi traje, pero no me importa, la recibo con una sonrisa.
—¿Es verdad que mañana es mi cumpleaños? —me pregunta en lo que la siento en mi regazo. Rafaela hace lo mismo con su hija.
—Si, mañana es tu cumpleaños número ocho.
Ocho años ya desde que mamá murió.
—¿Haremos una fiesta? —indaga.
No sé que responder, es su cumpleaños, pero tampoco me gusta celebrar ese día.
—La fiesta será en la noche —interviene Rafaela, al notar que estoy incómodo.
—El cumpleaños es mañana, no hoy, mamá —le dice la otra niña.
—Eso, Rahel tiene razón —afirma mi hermana y chocan los cinco entre ellas.
Cuando papá llegó a la casa con Rafaela y su hija Rahel, Anastasia tenía tres años y desde ese entonces ha sido como una madre para nosotros.
—Ya, pero nosotros tenemos que irnos mañana —les recuerda y los ojos de las niñas se cristalizan.
Conozco a mi hermana y a Rahel, están a punto de llorar. Son inseparables.
—Es muy injusto que nos separen —reprocha Anastasia—. ¿Con quién voy a jugar?
—Me tienes a mí —le recuerdo—. Soy tu hermano mayor.
—Tú ya tienes veinte, no vas a jugar conmigo.
—¿Quién dice que no? —le hago cosquillas y sus pucheros desaparecen.
—Rahel necesito refuerzos —chilla.
Ambas se lanzan sobre mí e intentan derrumbarme, en una batalla de cosquillas, sus diminutas manos se pierden entre mis músculos y la piel tatuada. Suelto una carcajada y me pongo de pie con cada una en mis hombros.
—¡Hades, bájalas! —pide Rafaela entre risas. Hago caso omiso y me lanzo con ellas a la piscina sin soltarlas.
—Cabrón —el insulto de Rahel me hace reír cuando sale a la superficie.
A mi espalda escucho un carraspeo y me volteo para encontrarme con mi padre y su semblante serio. Para no decir cara de culo.
—Tenemos que hablar.
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Deseo Impuro ✓
Acak"El cielo era el límite, pero yo disfrutaba del infierno" ♡♡♡ Un milagro. Eso era lo que Hades necesitaba si quería transformar a su hermana en un arma de seducción. Las clases estaban a punto de comenzar, y con ellas, los deseos más oscuros emergi...