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Hades Morello.

Son más de las doce cuando el teléfono me comienza a sonar. Arrugo mi frente y se me hace extraño que Piero me esté llamando.

—Dime —respondo enseguida.

—La mercancía va en camino —me informa. Al menos algo bueno entre tanta mierda.

Anastasia sigue sin aparecer, todos los días recibo una foto de ella, y ya voy por la número dieciocho.

—La mitad del dinero te la hago llegar enseguida.

—Perfecto —hace silencios unos segundos y luego lo escucho carraspear su garganta—. Necesito hacerte una pregunta, Hades y que no te lo tomes a mal.

—Claro, tú dime —salgo de mi habitación y voy en camino a la cocina.

Mierda.

Rahel sobre la encimera era lo único que no quería ver en estos momentos. Ella se queda fija, con un vaso de leche en sus manos.

—¿Confías en Marcos?

Su pregunta me toma por sorpresa. Había enviado a mi amigo en busca de la mercancía, ya que yo seguía con la búsqueda de Anastasia.

—¿Hizo algo inapropiado? —es lo que logro decir por qué me parece bastante raro—. Marcos es uno de mis mejores hombres.

Es mi mano derecha, y nunca he tenido quejas con respecto a su persona.

—Si te soy sincero —vuelve a hacer silencio—. No me gusta para nada y no confío en él...

—¿Podemos hablar? —Rahel me sigue observando desde la encimera—. Por favor.

—Ahora no puedo estoy hablando —le digo cortante y vuelvo a prestarle atención a Piero—, de seguro si compartes con él, cambias de opinión.

—Nunca me equivoco, Hades —confiesa—. Lo hice una sola vez y es ahora mi mujer. De todas formas, si confías en el bien, no pasa nada. Nos vemos en el próximo envío.

—Bien.

Ahora con esta llamada me hacía desconfiar hasta de mi hermano.

—¿Ya puedes hablar? —insiste Rahel.

—No.

—Por favor.

—No tengo nada de que hablar contigo.

—Yo sé que en parte es mi culpa —sus pies tocan el suelo y la veo caminar en mi dirección—. Y no voy a parar hasta encontrar a Ana, pero te necesito —agrega—. Sin ti a mi lado no puedo.

—Tienes a Caín.

—¿De esto se trata todo? —insta y levanta su tono de voz—. Estás celoso de Caín y no te das cuenta de que esto lo único que hace es perjudicarnos. Juntos somos indestructibles.

—¿Celoso? —me burlo, con una risa ronca que hace que Rahel abra sus ojos—. No puedo estar celoso, cuando noches atrás estabas dispuesta a entregarte a nosotros.

—Imbécil —brama con bastante rabia y se me lanza para golpear mi rostro, le envuelvo la muñeca con fuerzas—. Suéltame.

—No quiero soltarte —zanjo—. Eras tú la que quería hablar.

—Olvidaba lo imbécil que eres.

Con un movimiento ágil la envuelvo en mis brazos y pego su espalda a mi cuerpo. Mi mano toca su pierna y mis dedos con vida propia recorren su piel hasta el borde de su pijama.

—Estoy tan molesto contigo... —hablo y veo como cierra sus ojos y la piel se le eriza—. Qué aunque mi cuerpo te desee, voy a tener que alejarme.

—Yo ya... —balbucea y decido cortarle.

—A partir de ahora lo único que queda entre nosotros dos es el tema de Anastasia —bramo—. Si el estúpido de tu amigo logra dar con la dirección me informas, que en estas llevamos semana.

Le dejo con la palabra en la boca y salgo del comedor.

/////////

Rahel:

Es imposible, cada rastro nos lleva a un laberinto sin salida. Las fotos que recibimos de Anastasia son todas de teléfonos diferentes y ninguna nos da una dirección.

Parece que la tierra se la hubiera tragado.

Pero luego llega una foto, que mantiene nuestra certeza de que está viva. No se trata de un secuestro, ya que no piden dinero para un rescate, simplemente fotos que cada vez luce más maltratada y lo mucho que ha crecido su barriga.

Salgo de la ducha luego de mi entrenamiento mañanero. Recupero fuerzas con el desayuno, hasta levantar la vista y cruzarme con mi madre.

—Mi sueño es despertar y verte vestida de una manera más femenina.

—Buenos días a ti también —le sonrío con hipocresía—. Es ropa práctica.

—Como digas —rueda los ojos.

—Luego iré a un salón, por si quieres acompañarme.

—Puedes irte sola a limarte las garras. 

—Rahel no te voy a aguantar ni una más —me insta con bastante rabia—. Soy tu madre y me debes respeto.

—¿Respeto? —las ganas de llorar me golpean con fuerza, pero no le voy a dar esa satisfacción—. Esto es tu culpa, Anastasia tuvo que irse por ti, querías interrumpir su embarazo y ahora...

—Ahora nada, Rahel —me interrumpe—. ¿Quieres recuperar a tu hermana? Es muy sencillo cásate con Caín y de seguro te la encuentras encerrada en su sótano.

—Caín no haría eso.

—No me lo puedo creer —abre su boca—. Estás defendiendo a los Salvatore, mal, Rahel. Hades puede molestarse.

—Con todo respeto, madre, vete a la mierda.

Rafaela tiene la intención de seguir con la disputa, pero en cuanto vemos a mi padre entrar con cara de espanto se nos congela el alma y yo temo lo peor. Hades le sigue, desde acá veo sus nudillos blancos y la vena de su cuello hinchada.

Sin embargo, reconozco algo en su rostro que no había visto nunca, bajo toda esa coraza, Hades está llorando y esto me confirma lo peor.

Mi madre corre para alcanzarlos, yo siento el grito desgarrador de padre y luego el estruendo de cosas cayendo al suelo, Hades tiene la frente pegada a la pared, mientras intenta controlar su respiración, padre barrió con todo sobre su escritorio, las sillas están en el suelo y los vidrios esparcidos en la alfombra.

—¿Qué ha pasado? —mi progenitora es la que habla. El ambiente está cargado y los ojos de mi padre inyectados en sangre.

—Papá, dime qué no —sollozo—. Hades es mentira, dímelo es mentira.

Y para mi sorpresa lo que recibo es un abrazo de su parte, me estrecha con tanta fuerza que siento su dolor, las lágrimas empapan mis mejillas y la respiración me empieza a faltar.

—Anastasia está muerta —dice padre y rompe en llanto—. Me mandaron a identificar su cuerpo... —se calla.

Mi cuerpo comienza a temblar, Hades me sostiene porque las piernas me están fallando y ya no puedo respirar.

Me falta el aire.

—No te detengas ahora —Hades no deja de abrazarme, pero siento sus músculos rígidos y mis rodillas desean tocar el suelo.

—No es necesario.

—¿Qué? —mi madre sigue inquebrantable.

—No tienen por qué saberlo —repite mi padre.

—El cuerpo de Anastasia tenía S. Ka marcaron  —escupe Hades con hastío y entonces se aleja y yo termino en el suelo—. ¿Sabes lo que eso significa?

—Significa —mi madre es la que decide hablar—. Que tendrás que casarte con Caín Salvatore. 

—Porque el enemigo debemos tenerlo cerca —culmina Hades y me pasa por al lado cerrando la puerta.

Deseo Impuro ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora