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Hades entra en mi habitación si llamar a la puerta y me volteo lentamente a verle. Las fracciones de su rostro deja bastante claro lo enfadado que está.

—¿Te lo dijo? —pregunta.

—No.

—Tendré que encargarme del problema.

—Es un bebé, no un problema.

—Anastasia no puede arruinar su futuro de esa manera. Tiene una carrera que continuar y mucho por lo que vivir todavía.

—Es su decisión y debes respetarla —le señalo con mi dedo—. Desde ya te estoy advirtiendo, no voy a dejar que ni tú o padre interfieran en esto.

—¿Qué piensas hacer?

—Prueba y verás.

Hades da un paso al frente.

Lo fulmino con el mentón en alto y doy otro paso.  No voy a dejar que me intimide.

—Algún día recuperaré mi cadena —se rinde y me cambia el tema.

—En tus sueños.

—¿En los húmedos?

—Imbécil.

—Eso si lo entendiste —se burla con descaro y es inevitable no perderse en su sonrisa.

Me quedo callada porque noto que ahora es él quien no deja de mirarme y repara cada centímetro de mi cuerpo. Anastasia me había ayudado a arreglarme para mi encuentro con Caín.

Intenté que me contara sobre lo ocurrido, como había llegado a este punto y lo único que hizo fue llorar, asegura que si dice la verdad varias personas saldrían lastimados.

Yo temo lo peor.

—Luces bien —dice al fin.

—¿Solo eso? —me ofendo porque sinceramente llevo tres horas frente al espejo y Anastasia utilizó medio kilo de maquillaje. 

—No te puedo decir lo que realmente pienso —susurra—. Me lo estás poniendo difícil, nena.

—Te dije que ibas a tener problema si me volvías a llamar nena...

Me lanzo sobre él con la intención de derribarlo, pero el vestido y los zapatos no ayudan. Mi técnica falla, termino con las piernas envueltas en su cintura, la tela se sube y sus manos sujetan mi espalda baja.

—¡Saca las manos de mi culo!

Por una extraña razón sus manos siempre terminan en mi culo.

—Creí que querías un abrazo —dice para luego bajarme—. ¿Piensas tener sexo con Caín?

—Por supuesto que no.

—¿Para qué las bragas de encaje?

Sigo la dirección de su mirada, el maldito espejo a mi espalda le muestra mi diminuto encaje, ya que el maldito vestido quedó estrujado arriba.

—¡Que no me mires!

Me acomodo lo más rápido que puedo y él continúa riendo.

—Cambiando de tema —mi tono de voz sale serio—. Deberías hablar con tu hermana, hacerle saber que todo estará bien.

—Anastasia me falló.

—No, simplemente ocurrió y debemos afrontar nuestros actos. Por favor, es tu hermana la que necesita un abrazo. No le des la espalda ahora.

Hades se mantiene en silencio reflexionando en lo que acabo de decir, somos interrumpidos por mi teléfono.

—Debo contestar.

Deseo Impuro ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora