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—Nuestros padres pueden escucharnos —jadeo, en lo que intento recuperar el aliento.

Hades se aparta unos segundos y veo sus labios hinchados, los míos deben estar peor. Ladea la cabeza y sin dar un paso levanta su brazo para pasarle el seguro a la puerta.

—Yo callaré tus gemidos con mi boca —me dice—, pero nadie me va a prohibir hacerte mía, justo ahora.

Estoy consiente de que mi madre está en la habitación de al lado, qué padre puede entrar en cualquier momento en busca de Hades, pero mi maldito cuerpo reacciona ante sus caricias y no puedo hacer nada.

Esto es un juego perdido.

Soy de Hades en cuerpo y alma, pero no me quito a Caín de la mente con su propuesta de matrimonio.

En fin.

Me desviste sin dar tiempo a nada, mi ropa queda en el suelo.

Hades me lleva hasta el centro de su habitación, abro mis ojos y veo mi reflejo en el inmenso espejo, mi espalda queda contra su pecho, recargo la cabeza en su hombro. Nos estamos mirando fijamente, mientras su mano baja hasta mi vientre y sus dedos tocan justo donde lo necesitaba.

Comienza a besarme el cuello y la mandíbula, pero yo le sigo mirando sin lograr apartar la vista. Pellizca mi clítoris y jadeo. Un jadeo que intento silenciar mordiendo mis labios, pero se me hace imposible. Se lleva los dedos a la boca en busca de saliva y luego los introduce despacio.

Entra y sale con facilidad, debido a que mis fluidos le tiene la mano empapada y yo estoy muerta de vergüenza.

—Quiero que cada vez que veas mis manos, recuerdes la follada que te estoy dando con mis dedos y que tus bragas se mojen de esta manera.

No, ya.

—Si padre nos pilla... —la única neurona que me queda intenta ponerle fin a esto.

—Rahel lo único que me va a detener, es que me digas que no lo deseas.

«Lo reconozco hermanas, yo no sé mentir»

Volteo para meter mis manos por debajo de su ropa, su piel está caliente y me ayuda a sacarla. Voy en busca de su boca, su mano agarra la mía, y la lleva hasta la dureza que comienza a crecer en su pantalón.

Me gruñe por lo bajo y le aprieto nuevamente, deslizo su cremallera y Hades me ayuda a deshacer de la ropa que le queda, incluyendo el bóxer.

—Arrodíllate —me pide con voz ronca.

Su polla queda frente a mi rostro y no sé que hacer con semejante tamaño que me intimida una vez más cuando hinco mis rodillas en el suelo. Hades acaricia mi cabello, su dedo baja por mi mejilla hasta mi boca que me obliga a abrirla y meterlo.

—Nena inocente.

Joder.

Voy directo a su glande, mi lengua le acaricia desde el tronco hasta la punta, lo hago varias veces antes de introducirla en mi boca. Hades gruñe, a mí me cuesta trabajo hasta respirar. Con su mano marca un ritmo frenético que hace que mis ojos se llenen de lágrimas. 

Lo está disfrutando, y yo estoy disfrutando ver su rostro desde esta posición.

—Hades.

Mis ojos se abren como platos en cuanto reconozco la voz.

—No respondas —susurro.

—¿Sí? —baja su tono de voz—. No te detengas Rahel, sigue en lo tuyo.

Arremete contra mi garganta.

—¿Has visto a Rahel? —pregunta padre—. Necesito hablar con ella antes de que tome una decisión.

Deseo Impuro ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora