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Caín Salvatore.

Había pasado ya un tiempo interminable sin tener noticias de Rahel, y la ansiedad comenzaba a apoderarse de mí. Después de horas de intentos fallidos por llamarla y buscarla en cada rincón, me di cuenta de que no tenía más opción que recurrir a Hades. A pesar de nuestras diferencias, él me informó lo que había sucedido, así que no perdí tiempo y me dirigí rápidamente a la dirección que me proporcionó.

Al llegar, ellos ya estaban allí, pero llegué justo a tiempo para ocultarme detrás de una pared y escuchar la conversación que se desarrollaba ante mí. Marcos, con una voz cargada de resentimiento, afirmaba que yo era su hermano. Sus palabras resonaban en mi mente como un eco perturbador: mi padre le había dado la espalda y esta era su venganza. Además, mencionó a Luciano como el supuesto asesino de su madre, sugiriendo que también debía pagar por ello.

La rabia burbujeaba dentro de mí mientras me acercaba al grupo. —¿Entramos ya? —pregunté con voz colérica, decidido a hacer lo que fuera necesario para salvar a Rahel y a su hermana.

—Es peligroso —respondió Luciano, quien no solo parecía molesto, sino también preocupado; en sus ojos brillaba un destello de nostalgia que no podía ignorar.

—¿Es cierto? —inquirió Hades en un susurro tembloroso mientras fijaba su mirada en su padre—. ¿Mataste a esa mujer?

—No —aseguró Luciano con firmeza—. Claro que no lo hice. Ella dejó a Marcos en un internado para esconderlo de Arthur. Cuando descubrí que era su amante, le pedí que se fuera y le advertí que si alguna vez ponía un pie en mi casa nuevamente, le pagaría con un tiro.

Se pasó las manos por el rostro en un gesto de frustración y se acercó a su hijo con una expresión grave. —Lo dije solo para alejarla; yo sería incapaz de matar a nadie —continuó—. Después de pedirle que se marchara, nunca volví a saber de ella. Enfrenté a Arthur y le dejé claro que debía mantener a mi familia alejada de él. Eso fue todo.

—Marcos tiene una versión muy diferente.

—No entiendo porque ese muchacho piensa tal barbarie. Sería incapaz de matar a alguien o hacerle daño —agrega—. Incluso lo hubiera adoptado, pero perdí su rastro.

—Mi padre debería estar presente —informo—. Necesito su versión porque siendo sinceros siempre he sabido que mi padre un santo no es. Marcos necesita escucharlo y yo también.

—En ese caso puedes invitarlo a la fiesta —me responde Hades—, pero que se de prisa porque voy a entrar y no creo que ese imbécil pase más de diez minutos con vida.

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Rahel:

Mis ojos se abrieron a la par cuando los tres entraron con pasos firmes, tragué con fuerzas viendo en ellos la oportunidad de salir de aquí sanas y salvas.

—Los amados han venido a rescatar a su princesa —sisea entre dientes mientras intercambian miradas—. Espero que hayan llegado temprano, me costaría tener que contar nuevamente la historia, hermanito.

Miró a Caín y este tragó en seco.

—¿Por qué no me buscaste? —inquiere  con tristeza—. Yo no te hubiera dado la espalda, incluso le exigiría a mi padre darte nuestro apellido. Él tenía que asumir.

—Poético —Marcos se burla y cuando ve que Hades saca un arma de detrás de su espalda agarra a Anastasia del antebrazo.

—No le harás daño a mi hermana —sentencia.

—¿Por qué no lo haría? —se encoge de hombros—. Después de todo ya no la necesito.

La sábana que cubría medio cuerpo de Ana cae al suelo y Marcos se corre unos centímetros alejando a mi hermana del lugar para que Hades tenga mejor vista de la cama, dónde está descansando el bebé que minutos antes Anastasia había colocado entre los cojines para mantenerlo a salvo.

Deseo Impuro ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora