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Hades.

Noches en vela pensando en ella, en la manera en que sonríe, en las curvas de su cuerpo, en lo mucho que me gusta su inocencia y hacerle sonrojar con mis comentarios. Rahel se había fijado en mi piel como la tinta de mis tatuajes. 

Si esto es estar enamorado prefiero morir antes de perderla. No encuentro el norte, ya nada tiene sentido.

El cementerio a estas horas está tranquilo, solo se siente el sonido del viento mover las hojas de los árboles y el silencio absoluto del vacío. De la nada.

Miro la tumba de mi madre, si ella estuviera viva sabría qué hacer, me diera unos de sus consejos, mientras yo la observaba en la cocina. Tantos años que han pasado y no olvido lo hermosa que era.

Anastasia es igual a ella, yo me parezco más a Luciano.

Suelto un suspiro y me quejo del dolor en el abdomen y una de mis piernas, la semana pasada intentaron atacarme y salí herido, con un hematoma en la pierna y una herida con sutura en el estómago lo bastante grande como para dejar una cicatriz.

No sé quién está atrás de todo, pero entre que tengo que cuidar mi vida porque soy el único que conoce el ingrediente para lo que andamos trabajando en los laboratorios de Los De Lucca, lo de Rahel y Caín, encontrar a mi hermana y encargarme del hijo de puta que ha hecho todo esto, no tengo tiempo a descansar.

Tampoco lo necesito.

Aunque ha llegado la hora de tomar una decisión radical y la única solución a la mitad de mis problemas.

Vuelvo a casa, manejando como un loco, con una sola idea en mente que se pondrá en marcha inmediatamente. Entro al despacho de mi padre y este se sorprende dejando a un lado todo lo que hace.

—¿Qué ocurre, Hades?

—Hay que hacerlo —digo, él sabe perfectamente que me refiero al plan que me propuso hace unos días y me había negado.

—¿Estás seguro? —indaga—. No hay vuelta atrás, puede ser peligroso.

—Me da igual —zanjo—. Vivo no pondré encontrar a mi hermana, si están intentando acabar con mi vida a cada segundo.

A la mañana siguiente la noticia llegaría hasta el último rincón de la ciudad.

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Rahel.

Ha pasado una semana desde que vi a Hades, no he tenido noticias de él, aunque mantenga el contacto con padre no me atrevo a pasar por casa y tener que darme cruce.

No estoy preparada para darle la cara. Después de...

Observo el anillo de compromiso en mi dedo, no sé si estoy haciendo bien, pero prometí ayudarlo y estoy cumpliendo mi palabra.

Suelto un suspiro, no hay peor enemigo que la propia mente. Termino de arreglarme en lo que la puerta se abre, no me sorprende porque sé perfectamente que no estoy sola en el departamento.

—Me gustas con el cabello corto —coloca su mano en mi cabeza haciendo que me deje caer hacia detrás para que me bese en los labios.

—Fue una decisión tomada a lo loco.

—Me gusta que seas impulsiva —dice y se deja caer en mi cama.

Cama que me ha visto hacer millones de cochinadas con él, en los últimos días.

—Escogí el vestido para que me combine con tu corbata —confieso.

—Me parece que alguien está intentando causar buena impresión.

Deseo Impuro ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora