17

992 105 8
                                    

—Es que yo le quiero y necesito que lo entiendas, mamá.

—No te lo voy a volver a repetir Rahel —mi madre se pellizca el puente de su nariz—. Tienes que querer a Hades como a un hermano, al igual que a Ana. Eso es lo que son «Hermanos»

De tanto repetirlo ya le tenía odio a la palabra.

—Me iré de casa y le buscaré.

—Inténtalo, con quince años, no llegarás muy lejos —se encoge de hombros en lo que yo me imagino toda mi vida junto a él.

Desde que nos habíamos ido no tenía ni una sola llamada de Hades, tampoco venía a verme cuando padre nos hacía la visita. Eso me hizo pensar que no me quería o la otra opción. Qué madre le prohibió verme porque sabía sobre mi caprichoso amoroso.

De igual forma, la única manera para volver a él era fingiendo que ya no me interesaba en lo absoluto, y fingiría tan bien que hasta yo me lo creería.

—Hades nunca estará contigo.

Abrí los ojos de golpe y me encontré con la mirada de Hades.

—¿Una pesadilla?

—Un recuerdo absurdo.

Estábamos en el avión ya de regreso y en lo único que mi mente no dejaba de pensar era en lo ocurrido esa noche en el club. Había visto a esa chica siendo follada por dos hombres a su vez que la humedad de mi interior se extendió tanto que terminé pidiendo la ayuda de Hades.

Fue peor.

Me corrí es sus dedos de una manera que nunca había experimentado, la tensión del momento y que teníamos a personas a centímetros de nosotros facilitó mi llegada.

Aún no entiendo cómo mi cara no me había delatado.

—¿Estás bien? —preguntó.

Noté que me abanicaba con mis propios manos y que mis mejillas probablemente estarían ruborizadas.

—Necesito refrescar —me disculpo con Hades que me mira con el ceño fruncido y salgo directo al servicio.

Abro el grifo y acuno mis manos bajo el chorro de agua que empapa mi rostro, me masajeo el cuello y las gotas me corren por toda la piel. Otra persona hubiera pegado el grito en el cielo al tener una mano sobre la suya.

Teniendo en cuenta que estamos en un avión, prácticamente solos, es imposible que se trate de otra persona que no sea él.

Levanto la vista, le observo a través del espejo, sus pupilas están dilatadas, el traje lo tiene sin corbata y los primeros botones abiertos le da un toque despreocupado.

—¿Qué haces aquí?

—En la noche te ayudé —se refiere a lo ocurrido en el club. No es necesario que especifique—. Lo justo es... —Sus dedos hacen a un lado mi cabello y sus labios besan la piel descubierta de mi cuello—, que tú me ayudes a mí.

Con el reducido espacio que tenemos, no me lo pienso dos veces para voltearme y comerle la boca, me tengo que parar en puntitas para alcanzarle, mis dedos se enredan en su cabello. Hades me rodea con sus brazos y me sube sobre la encimera diminuta.

—Creo que esto no aguantará nuestro peso.

—Es a pruebas de turbulencia.

—Eres peor que una turbulencia, créeme.

Sonríe y le termino de abrir los botones que quedaban pendientes, Hades deja caer su cabeza hacia detrás y yo voy besando los cuadritos de su abdomen, uno por uno, pasando la lengua por la tinta grabada en su piel. Mis manos van en busca del cierre de su pantalón, logro bajar la bragueta y me encuentro con el bóxer oscuro.

Deseo Impuro ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora