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Hades Morello

Llevamos tres horas en emergencia sin noticias de Rahel, el impacto de la bala fue en su abdomen y en el trayecto que conducía hasta acá perdió demasiada sangre y cayó inconsciente en los brazos de Caín.

No voy a justificar mi acción, tampoco le voy a explicar el tema sobre mi falsa muerte y me da igual que ahora mismo me esté fulminando cuando los dos estamos igual que preocupados.

Caín regresa guardando el teléfono en el bolsillo, ya que se alejó en cuanto recibió una llamada.

—Deberías llamar a tu familia y comprobar que todos estén bien.

—No me digas lo que tengo que hacer.

—¿Si sabes que tu cabeza tiene un precio?

—Lo sé, y me importa una mierda. 

—Baja las garras, soy yo el que debería estar molesto. Teniendo en cuenta de que te metiste sin permiso en mi boda y le pediste matrimonio a mi esposa.

—No me llegó la invitación.

—Se supone que estabas muerto.

—Pues no, observa como respiro y te mando al carajo.

—Hazlo por ella —pide—. Le vendrá bien saber que estamos para ella.

—Lo hago por ella. Créeme. 

Hago silencio, no tengo la intención de seguir hablando con Caín ahora mismo. Que los médicos no nos informe nada me pone de mal humor y ya no sé qué hacer.

Mi teléfono comienza a sonar y se trata de Marcos.

—¿Dónde estás? —pregunta a través de la línea.

—Eso no importa —no quiero que nadie sepa que Rahel salió lastimada y probablemente sea por mi culpa.

Si, me siento culpable porque es a mí a quién quieren, pero si supuestamente estaba muerto... ¿Cómo carajos sabían de qué iba a estar ahí?

No tiene sentido.

—¿Mi padre? —indago.

—Está bien, llegamos ahora a la casa. Aunque no deja de hacer preguntas —baja el volumen para susurrar—. ¿Cómo se te ocurre pedirle matrimonial a tu hermana frente a todos?

—No es mi hermana, y no te voy a decir de dónde me salió.

—Tienes que tener más cuidado con tus acciones, Rafaela está como loca. Si te tiene enfrente de seguro te corta la cabeza.

—Me da igual.

—En fin, terco. ¿No me vas a decir en dónde estás?

—Estoy resolviendo unos asuntos —pienso unos segundos si es buena idea decirle del todo—. Con Rahel y Caín.

—¿Todo bien? ¿Necesitas que vaya?

—Te llamo luego.

En cuanto veo al médico salir de una de las puertas cuelgo el teléfono, guardándolo en el bolsillo. Ya se encuentra hablando con Caín.

—El hermano y yo su esposo —arrugo la nariz. No puedo dejar que los celos me ganen. 

—Está fuera de peligro —comienza a explicar—. La bala no perforó ningún órgano, pero perdió mucha sangre y por el momento se encuentra sedada. Estará así durante unas horas. Debido a la compleja situación tengo que dar parte a la policía.

Miro a Caín y entiende a la perfección lo que quiero decir.

—Yo me encargo —me dice este antes de colocar la mano en el hombro del doctor—. Podemos hablar un momento a solas.

Deseo Impuro ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora