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—Sabía que ese color te quedaría perfecto.

Me detenga abruptamente frente al club, el aire frío abraza mi espalda desnuda y volteo a verle. El pantalón se le ajusta a las piernas, tiene las manos metidas en los bolsillos y el cabello revuelto le da un toque despreocupado. 

—Lástima que un desconocido vaya a destruirlo.

Doy otro paso, pero su mano me toma con fuerzas y me estampa contra su pecho.

—No tienes que besarlo, Rahel —comenta Hades—. No aún, puede esperar y eso te hará una mujer interesante.

Me quedo mirando sus labios, su boca entre abierta, su aliento mentolado se cuela por mis fosas nasales, los tres primeros botones los trae abierto y la tinta de sus tatuajes quedan a la vista.

—No voy a besarle —paso saliva sin poder apartar la vista.

No puedo detener el contacto visual, y agradezco al cielo que Marcos nos interrumpa en el preciso momento que sentía que la distancia se reducía.

—Caín está dentro —informa el rubio.

—Perfecto —Hades cambia su semblante en cuestión de segundos—. Entraremos primero, tú ve directo a la barra y luego te buscaré.

Los veo alejarse y entrar al local sin ningún problema, suelto todo el aire que tenía reprimido en mis pulmones, agarro con fuerzas el diminuto bolso que traigo entre mis manos y decido encaminarme. 

Entro sin inconvenientes, el cambio es drástico, las luces me dificultan la visión, la música está demasiado alta, y el lugar está repleto de parejas. Las escaleras VIP están junto a la barra, en el centro la tarima dónde varias mujeres bailan al ritmo de una canción sensual que desconozco.

Pido un trago y me planto a la espera. Alguien toma lugar a mi derecha y mi cuerpo se estremece con su contacto en mi espalda.

No quiero reaccionar a su tacto, pero es inevitable.

—¿Estás sola? —pregunta Hades y yo finjo que es la primera vez que lo veo en mi vida.

—Venía con una amiga, pero en cuanto vio a su ex me ha dejado tirada para irse a follar.

Hades ladea la cabeza en lo que sonríe.

—Estoy celebrando el cumpleaños de mi mejor amigo —me dice—. ¿Me quieres acompañar?

—Me parece genial.

Se inclina hasta mi oído.

—No dejes de sonreír, Rahel —susurra.

Entrelaza nuestras manos y me lleva escaleras arriba, ahora estamos en una parte más privada con menos mesas. Anastasia está junto a Marcos sentada en uno de los sofás. Me siento junto a Marcos y Hades hace lo mismo. 

Ellos hablan y yo noto el arma que trae Hades en la espalda.

—A tu derecha, no vayas a mirar ahora —pasa un mechón de cabello por detrás mi oreja—. El que va de azul oscuro, ese es Caín.

Asiento con una media sonrisa.

Hades se levanta y se disculpa con la escusa de ir al servicio, me giro discretamente y voy en busca de mi objetivo, me llevo la sorpresa del siglo. Caín no es un viejo baboso, es un hombre que debe tener la misma edad que Hades. Es apuesto y elegante, el cuerpo tonificado, desde acá no defino el color de sus ojos, pero el cabello es de un castaño claro. Mi vista le pesa porque nuestra mirada se cruza y curva su boca en una media sonrisa. 

No está solo, otros cuatro hombres y cinco mujeres están junto a él, en lo que beben y conversan. 

La mirada no la aparta hasta que un estruendo se escucha por encima de la música y las personas comienzan a correr, Marcos se lanza a cubrir a Anastasia y yo busco a Hades por todo el sitio, pero ni rastro de él. La música se detiene y en el centro hay dos hombres que se apuntan directamente con un arma.

Deseo Impuro ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora