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Rahel:

La situación se salió de control, la mano de Caín no se aparta de mi espalda descubierta, no he dejado de sonreírle en toda la noche y Hades se me perdió de vista hace una media hora. Intenté salir a buscarlo, pero en cuanto di mi primer paso el local me dio vueltas. Con lo poco que había tomado me encontraba bastante mareada y mi acompañante se encontraba igual.

—Eres muy linda —susurró Caín a escasos centímetros de mi boca, y tuve que tragar con fuerza porque me ponía de los nervios e intentaba disimular lo mejor posible—. ¿Te avergüenza que te digan lo hermosa que eres?

—Un poco —me encojo de hombros en lo que veo como una de sus manos cae en mi pierna y se me acelera la respiración.

—¿Quieres ir a un sitio más privado? —pregunta en lo que mueve su mano de arriba abajo por mi piel.

Es mala idea.

No puedo controlar mi cuerpo.

Pero tengo que hacerlo, si quiero encontrar a mi hermana.

Camino a su lado en lo que intento mantener mis pasos firmes, Caín va más tomado que yo, pero lo tiene bajo control, ya que está habituado a esto. Abre una puerta que da hasta una habitación con enormes cortinas y muebles. La música se escucha leve una vez que cierra la puerta.

—Joder, no sé qué tenía ese trago —se queja en lo que pasa una de sus manos por mis piernas—. Pero me tiene en las nubes.

—¿No es lo que bebes todos los días?

Se lo piensa y luego me lo niega.

—Me siento flotando, Rahel —arruga las cejas—. Creo que las bebidas tenían algo, que no estoy acostumbrado a ello.

—¿Nos drogaron? —indago con el corazón acelerado.

La sensación de estar flotando aumenta por segundo, en lo que Caín iba por su tercera copa, yo me mantenía con el primer trago en mano, supongo que por ello no me siento tanto los efectos, pero mi cuerpo estaba acalorado y mis ojos se cerraban sin poder evitarlo.

—Hay bebidas fuertes —insta—. Bebidas que estimulan y otras que te hacen volar, pero no creo que estemos drogados.

Yo sí lo creía.

Más si esto era una encerrona.

Me paralizo en cuanto Hades sale de detrás de una cortina y nos apunta con su pistola, más bien le apunta directamente a Caín y se acerca con pasos lentos, pero firmes.

—¿Dónde está mi hermana? —brama y noto que siguió tomando.

—No sé de qué carajos hablas.

—No te lo voy a volver a repetir —da otro paso sin bajar la mano con la que sostiene el arma.

—Te vuelvo a repetir, no sé dónde está tu hermana —Ahora es Caín quien se lleva la mano hasta el cinturón de su traje y está a punto de agarrar su arma.

—Otro movimiento y disparo —sentencia y va en serio porque tiene el dedo sobre el gatillo.

Sin razón alguna me interpongo en medio de ellos, el arma de Hades está directamente en mi hombro, siento el cuerpo de Caín pegado al mío, y su respiración pausada en mi cuello. Hades me está fulminando con la mirada, le estoy gritando tantas cosas en silencio, que me estoy esforzando para no irle arriba.

La respiración se me agita, sin darme cuenta el espacio entre nosotros tres ha reducido lo bastante como para sentir el calor corporal de los dos.

—No puedes llegar y hacer una acusación —intento hablar, pero las palabras me salen atropelladas—. Sin tener pruebas.

Deseo Impuro ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora