Mi mente era un torbellino de ideas desordenadas, un caos en el que la razón parecía desvanecerse, consumida por la incertidumbre y la ansiedad. No lograba encontrar una solución a los problemas que me atormentaban.
La noche había caído, extendiendo su oscuro manto sobre el mundo, envolviendo todo en una atmósfera de misterio y melancolía. Sentada en la cama, con la mirada perdida en la ventana, esperaba la llegada de Caín, quien, según mis cálculos, podría aparecer en cualquier momento.
Los minutos se alargaban como si fueran horas, y tras media hora de espera, finalmente vislumbré su carro en la entrada de la estancia. Un torrente de emociones me invadió.
Me debatía en contarle lo ocurrido con Hades, y que eso me había confundido aún más.
Jugueteé nerviosamente con mis manos sobre mi regazo, sintiendo cómo la inquietud se apoderaba de mí. Sabía que, al cruzar la puerta, Caín podría percibir mi nerviosismo. La anticipación se mezclaba con el temor, creando una mezcla electrizante en mi interior.
Minutos.
Segundos.
Hasta que la puerta por fin se abrió.
Con su traje perfectamente arreglado, que siempre le daba un aire imponente y elegante, se acercó a mí con una confianza que me hizo sonreír. Sin previo aviso, sus labios encontraron los míos en un beso que me tomó por sorpresa, pero que al mismo tiempo me llenó de una calidez indescriptible. Cerré los ojos, dejándome llevar por la sensación que me transmitía, como si el mundo a nuestro alrededor se desvaneciera y solo existiéramos nosotros dos en ese instante.
—Dios, cómo te extrañé —susurró, su voz suave y llena de emoción, mientras con ternura pasaba un mechón de mi corto cabello por detrás de mi oreja.
—Yo también.
Achinó sus ojos y me observó dubitativo.
—¿Qué ocurre?
—Nada, solo que estaba pensando en mi hermana.
—¿No hay ninguna novedad?
Con cada día que pasa, pierdo más las esperanzas —dije, sintiendo el peso de la frustración en mi pecho—. Tanto tiempo ha transcurrido, y en cualquier momento puede dar a luz, pero aún no la hemos encontrado. Siento que le estoy fallando.
—Creo que tienes más tormentos de lo normal en tu cabecita —respondió, acunando mi rostro entre sus manos con una ternura que me reconfortó—. Sabes que puedes contarme lo que sea.
Solté un suspiro mientras daba un paso hacia él, refugiándome en su pecho. Las lágrimas, traicioneras, comenzaron a deslizarse por mis mejillas, y me sentí vulnerable en su abrazo.
—Hades —logré murmurar, el nombre saliendo de mis labios como un susurro cargado de peso emocional.
—No me sorprende —murmuró, su voz suave pero firme—. La mayoría de tus problemas tienen su nombre.
—Nos acostamos, lo siento —confesé, sintiendo la necesidad de ser honesta—. Pero no quiero, ni puedo mentirte a ti.
—No pasa nada —respondió, su tono reflexivo—. Fui yo quien insistió en tenerte, incluso sabiendo que ya le pertenecías a él.
Hizo una pausa, pasando saliva antes de continuar, como si las palabras que estaba a punto de pronunciar fueran de gran importancia.
—No tengo pensado renunciar a ti, aunque eso signifique compartirte con Hades.
—Sobre eso... —hice una pausa, buscando las palabras adecuadas que pudieran expresar lo que sentía.
—¿Qué? —preguntó, su mirada fija en mí, expectante.
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Deseo Impuro ✓
Random"El cielo era el límite, pero yo disfrutaba del infierno" ♡♡♡ Un milagro. Eso era lo que Hades necesitaba si quería transformar a su hermana en un arma de seducción. Las clases estaban a punto de comenzar, y con ellas, los deseos más oscuros emergi...