Epílogo

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Años después.

Estuve destrozada con su partida, pase un tiempo en que lo único que pensaba era en Hades y en la manera que él había elegido irse, cuando yo era una egoísta que los necesitaba a los dos.

Luego que pasara el dolor me enojé, tanto que le engañé de la peor manera. Aún recuerdo cómo me había enterado y lo feliz que me puso la noticia.

Cerré la blanca puerta y salí encontrándome con Caín que se mantenía nervioso en una de las sillas de esperas.

—¿Qué te dijo el doctor?

El doctor confirmó mis sospechas, embarazada sabía que estaba, solo necesitaba el tiempo.

—Es de él —le informé poniendo mi boca en línea fina, no quería sentir pena porque en el fondo me alegraba que fuese de Hades—. Es del tiempo que estuviste en Canadá.

—No pasa nada, Rahel.

Después que pasaron los meses decidí que Hades merecía saberlo, sin embargo, le pedí que no regresara. No quería que mi embarazo cambiara la decisión que él había tomado y no lo hizo.

Venía a visitarnos cada cierto tiempo y luego se iba a pesar de estar fascinado con el nacimiento de su beba, Helen.

En algunos encuentros ocurrieron cosas entre nosotros tres, pero la situación seguía siendo la misma. Él no estaba preparado para lo que yo tanto ansiaba. 

Cuando mi teléfono sonó no tarde en contestar porque se trataba de mi madre.

—¿Cómo va todo por allá? —preguntó al momento.

—Hola, mamá. Yo estoy bien, igual que tu nieta —digo con ironía—. Gracias por preguntar.

—Sé que están bien —chasquea su lengua—. Las malas noticias son las primeras que llegan.

Rodeé los ojos.

Rafaela le había costado aceptar que su nieta sería la hija de Hades, sin embargo, con el tiempo lo aceptó, al igual que se hizo la idea que en algún momento nuestra relación podría llegar a ser de tres.

Luciano se tomó con alegría la noticia que sería abuelo. Incluso pidió que lleváramos nuestro estilo de vida en secreto y alejado de las redes. Mamá estuvo conforme con eso.

Acepté, no me había falta publicar lo que sentía.

—Como sea —hablé—. ¿Cómo están ustedes y los negocios de allá?

—De maravilla, por el momento no tenemos pensado volver —agrega—. Solo llamé para saber de ustedes.

—Está bien, mamá.

—Y felicidades, tu padre se puso muy feliz al ver la foto que enviaste esta mañana.

—Gracias. Te tengo que dejar porque tengo a todos reunidos en el salón para contarles.

—Me alegra saber que sigo siendo la primera a la que le cuentas tus cosas.

—Eres mamá, hoy mañana y siempre.

Agradecí al cielo que con el pasar de los meses mi relación con Rafaela había mejorado lo suficiente.

Esta noche era muy importante para nosotros, decidí invitar a cenar a mi hermana junto a David, que al parecer ya estaban en una relación. Después de dejar a Helen durmiendo fui la última en llegar a la mesa donde ya me esperaban.

—¿Y bien? —exclamó Caín con desespero—. ¿Qué es eso tan importante que tenías que contarnos?

Sonrío feliz de la noticia que estoy a punto de comunicarles.

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