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Rahel.

—No me merezco que seas tan cruel conmigo.

—Solo digo la verdad —se pone de pie y noto que está mareado.

—Yo no te he dejado de amar —digo—, pero si lo que quieres es tu estúpido collar acá lo tienes.

—Eso vete en busca de Caín.

—¡No me lo puedo creer! —me volteo—. ¡No puedo creer que todo esto sea por un maldito ataque de celos!

—Si me conocieras perfectamente sabrías que no soy celoso y que compartir se me da de maravillas.

—¿Entonces qué carajos te pasa conmigo? —bramo.

Hades abre su boca, pero sus palabras son interrumpidas por mi madre que entra sin llamar a la puerta.

—Rahel tengo que hablar contigo.

—¿No te puedes esperar?

—Vete —dice Hades—. Necesito bañarme y me duele la cabeza como para estar hablando estupideces.

—Esta conversación la tendremos luego —le digo y me voy siguiendo los pasos de mi madre.

—Quiero felicitarte por tu compromiso con Caín.

—¿Estás de coña, verdad? —me quedo sorprendida con su comentario—. Sabes que todo esto al principio era un plan, que estoy enamorada de Hades y que si me caso con Caín es porque le di mi palabra y voy a ayudarle.

Puede que no esté siendo sincera, en cierto modo lo hago para cumplir mi palabra, pero tengo sentimientos hacia él y también sexo. Estoy teniendo demasiado sexo, y me siento bien con ello.

—En fin, da igual. Tu padre cree que están vinculados con la muerte de Anastasia —agrega—. De no ser así, tu unión con Caín nos vendría de maravilla y evidentemente prefiero un Salvatore a que se destape el escándalo llamado Hades.

—De eso se trata, si Caín fuera el supuesto asesino de mi hermana, a ti no te importaría verme casada con él —digo con hastío—. Porque lo único que te interesa es que no me vean relacionada con Hades de manera amorosa.

—Nos vamos entendiendo, quería.

Me besa la mejilla y me deja sola a mitad del pasillo.

Saco el teléfono para marcarle a Caín y este no tarda en contestar.

—¿Puedes venir a recogerme?

—Se me presentó un asunto importante y tengo que viajar con mi padre.

—¿Todo bien?

—Nada que no tenga solución —asegura y me quedo más tranquila—. En cuanto regrese nos vamos a casar.

—¿De cuántos días estamos hablando?

—Cinco días, Rahel.

Mierda.

—Estoy nerviosa —confieso y me muerdo las uñas.

—Espero que esos nervios sean porque te estás enamorando de mí y no por una boda falsa.

—Falsa o no es una boda, me parece un tema demasiado serio.

—¿Estás arrepentida?

—No.

—Mi hermana se pondrá en contacto contigo y ella se encargará de todo lo necesario.

—Bien.

Qué fácil era mi vida cuando no sabía caminar. En cinco días tendría que casarme y empezar una nueva vida junto a una familia que guarda varios secretos.  Mi hermana no acaba de aparecer, Hades me odia y mi madre cada día es un poco más zorra.

Deseo Impuro ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora