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Los pasillos del hospital se habían llenado de curiosos, la seguridad del lugar no daba a basto. Periodistas de todo el mundo hacían guardia en la puerta e intentaban obtener declaraciones de cualquier persona que llevara algo parecido a un guardapolvo. 

Begoña era la más curiosa del servicio. Con su habitual simpatía, conversaba con todos los que pudieran darle algo de información. 

Lo que había ocurrido había sido una tragedia. Todo indicaba que se había tratado de un accidente, pero infinidad de teorías circulaban por las redes sociales. La buena noticia era que todos se encontraban fuera de peligro. La federación había postergado el inicio de la temporada. Sin embargo, por las lesiones que presentaban algunos pilotos era probable que no lograran llegar al debut. 

Paula oía atenta los partes médicos que narraba su amiga cada día y no podía dejar de sentirse mal. Aquellos jóvenes vivían para aquel deporte, incluso arriesgaban su vida en cada carrera y una irónica jugada del destino los obligaba a bajar de sus sueños por un accidente fuera de sus autos. 

Oír el nombre de Carlos Sainz, sólo aumentaba su pesar. Recordaba aquel encuentro, le había dicho cosas horribles y si bien, estaba segura de que no las recordaba, no podía evitar sentirse culpable. 

-Paula, ¿puedes venir un momento?- la llamó David, sacándola de sus pensamientos por un instante. 

Paula se acercó a su oficina mientras David colocaba una resonancia magnética frente a la lámpara.

-¿Qué opinas?- le preguntó sin sacar sus ojos de aquella imágenes que mostraba las estructuras de una rodilla. 

Paula se tomó unos segundos. Le gustaba analizar los casos con detenimientos para evaluar todas las posibilidades. 

-¿Cuando lo operaron?- preguntó aún observando aquellas estructuras. 

-Hace 72 horas.- le informó David expectante. 

-No está tan mal.- dijo finamente Paula frunciendo un poco sus labios.

-Cinco meses, a lo sumo seis.- dijo viendo como David alzaba sus cejas con resignación.

-¿Podrías hacerlo en cuatro?- le preguntó clavando sus ojos expectantes en ella. 

Paula apretó sus labios. 

-Mm.. No sé, no sería prudente.- le respondió comenzando a ser alcanzada por la curiosidad. 

-¿Pero podrías?- le respondió David cambiando su expresión a una parecida al orgullo. 

-Puede ser. ¿Por qué el apuro?- le preguntó Paula volviendo a mirar la imagen. 

David la retiró antes de que pudiera leer el nombre del paciente. Ya tenía la respuesta que deseaba, sólo quería comunicarla al equipo médico lo antes posible. 

-Es importante, créeme. - le dijo comenzando a juntar algunos papeles de su escritorio. 

-David, contame algo más, por favor.- le pidió Paula sin terminar de comprenderlo. 

-Acompáñame. Tienes un nuevo paciente que atender.- le dijo saliendo de la oficina con prisa. 

Paula lo siguió. Al pasar al lado de Begoña, ésta le echó una mirada inquisidora, pero ella sólo pudo encogerse de hombros. 

-Después te cuento.- dijo moviendo sus labios, pero sin emitir sonido y la española tuvo que conformarse con aquello. 

-¿Se puede saber a dónde vamos? ¿Por qué tanto hermetismo?- le preguntó Paula una vez que estuvieron en el ascensor. 

La última vueltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora