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Entonces la vida real llegó para quedarse. Carlos tuvo un debut soñado, regresó a las pistas obteniendo un gran resultado y si bien no le alcanzó para subir al podio, el cariño y apoyo que recibió de sus fans, su familia e incluso la prensa lo llenaron de esperanza.
Estaba feliz, pero la primera persona a la que hubiera querido abrazar no lo acompañaba.
No se habían hecho promesas, ni siquiera habían insinuado que se volverían a ver.
Paula había regresado al hospital y si bien no lograba borrar los recuerdos de su mente, la rutina la ayudaba a mantenerse ocupada. Había visto la carrera junto a Begoña a quien ya no deseaba ocultarle nada más. Ella había prometido que no diría nada y le creía. Tampoco había mucho por contar, ni siquiera sabía si lo volvería a ver.
Luego de aquella carrera había tomado su teléfono, sólo quería escribirle cuanto lo extrañaba, cuán orgullosa se sentía de él, incluso le hubiera podido confesar cuánto lo amaba, pero no se animó. No quería alterar la concentración que necesitaba y no lo hizo.
Cuando vio que había obtenido el cuarto puesto se limitó a tomar una foto de la televisión y se la envió con el emoticón que indica que uno está feliz.
Carlos recibió aquel mensaje con una sonrisa y sin dudarlo le envió una fotografía de sí mismo con esa enorme sonrisa que a ella tanto le gustaba y esa respuesta no hizo más que llenarla de esperanza.
Una nueva semana pasó y con ella una nueva carrera, en la que Carlos mejoró sus tiempos y por fin obtuvo el tan ansiado podio. Paula siguió cada minuto con detalle y sus gritos de alegría al final alertaron a sus vecinos.
Estaba feliz, lo veía radiante en la televisión y eso la llenaba de emoción. Lo observó festejar junto a Lewis y Max, la champaña bañando su cabello sólo le recordó cuánto le gustaba apoderarse de él y los insistentes latidos de su corazón no hacían más que recordarle cuánto lo quería.
Entoces llegó el momento de la entrevista, Begoña había tomado su mano, sabía lo que estaba sintiendo y quiso brindarle su apoyo, era como tener un amor imposible, sólo que ella ya sabía cómo se sentía el estar a su lado y dolía aún más.
Carlos apareció en la pantalla y sus enormes ojos negros se apoderaron de la atención, era carismático y sabía como brillar, incluso sin desearlo. Entonces solo quiso sonreír, estaba realmente feliz por él.
Carlos comenzó a hablar y algo llamó su atención. Mientras explicaba como se había sentido en una de las curvas, una de sus manos se deslizó hasta su traje y justo donde estaba su dedo índice la figura de un pequeño osito amarillo con remera roja yacía bordado al lado de las múltiples marcas que lo sponsoreaban.
-Carlos dime, ¿Hay alguien especial a quién le dedicas este triunfo?- le preguntó la cronista y entonces él volvió a tocar aquel detalle.
-Sí y sabe muy bien que es para ella.- dijo mirando a la cámara para luego retirarse con su habitual gesto desprejuiciado, sin saber que acababa de derretir el corazón de Paula, quién no podía dejar de llorar.
No la había olvidado, no era un recuerdo más.
Sin dudarlo tomó su teléfono y se tomó una fotografía.
NO VALE QUE ME HAGAS ESTO.
Escribió junto a la foto que mostraba sus ojos empañados y su sonrisa enorme.
Carlos leyó el mensaje y su alegría se multiplicó, no estaba seguro de que lo hubiera visto pero al verla en aquella fotografía todo lo que sentía lo abordó para recordarle cuanto la quería.
A ÉL NO LE PARECE LO MISMO
Escribió junto a una foto de aquel osito que había mandado a bordar a propósito.
ES QUE NO PUEDO DARTE LO QUE ME GUSTARÍA ESTANDO TAN LEJOS.
Escribió ella sin poder dejar de sonreír.
Entonces una videollamada comenzó a sonar y al atenderla lo vio tan agotado como hermoso. Estaba en un box parecido al que ella había visto en Melbourne y se tocaba el cabello con gracia.
-Hola, preciosa.- le dijo al verla en aquella pantalla.
-Hola, guapo.- le respondió tan feliz que creyó que su corazón iba a saltar de su pecho.
-¿Qué te ha parecido?- le preguntó sin perder la sonrisa.
-¡Qué estás para campeón del mundo! Sabía que podías lograrlo.- le respondió ella disfrutando de esa arruguita en sus ojos que le confirmaban que le había creído.
- Ojalá, Pooh. - le respondió él deseando qué sus palabras se volvieran realidad, perdiéndose en sus pensamientos.
-Tenes que estar feliz, esto es lo que siempre soñaste y te está pasando. Te lo mercedes Chili, te lo super mercedes.- le dijo ella para volver a ver esa sonrisa que tanto le gustaba.
-Te extraño, Pooh.- le dijo él sin ganas de seguir luchando contra lo que sentía.
-Yo también, pero verte feliz me pone muy feliz.- le dijo ella por fin haciéndolo sonreír.
Entonces golpearon a la puerta, Carlos debía continuar con sus tareas.
-Voy.- le dijo a su agente sin cortar la llamada aún.
-Andá a festejar, un podio lo merece.- le dijo Paula desde el otro lado de la línea.
-Me gustaría hacerlo contigo.- le respondió él con un dejo de nostalgia en su voz.
-Yo sigo acá. Para vos, siempre.- le respondió ella y al ver que el tamaño de sus sonrisas aumentaba, ambos volvieron a creer que a lo mejor no era tan imposible.

La última vueltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora