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Los días pasaron más rápido de lo esperado. Paula había oído que Carlos había sido dado de alta y sin animarse a volver a enfrentarlo había decidido no acercarse. 

Había visto en todos los medios su salida del hospital y había leído los pronósticos más descabellados. No podía dejar de sentirse indignada de lo que los medios llegaban a hacer con tal de vender ejemplares. Algunos lo daban de baja del circuito por todo el año, otros incluso hablaban de que no lograría regresar nunca. La escudería Ferrari no había dado ningún comunicado oficial, pero aquellos rumores no hacían más que agregar incertidumbre a un futuro que de por sí era incierto. 

Paula odiaba las injusticias, había estado a punto de salir a la puerta del hospital para gritar que dejen de publicar mentiras, pero sabía que no podía hacerlo. Sólo contaba con su trabajo y estaba dispuesta a hacer todo lo posible para que Carlos lograra regresar lo antes posible a la pista. 

Aún no habían dado la fecha oficial de inicio del circuito, en principio había sido pospuesta un mes, pero los pilotos de Alpha Tauri aún estaban hospitalizados, eso le daba la esperanza de que lo pospusieron al menos un mes más. Iba a ser el primer año de Carlos en Ferrari, era injusto que no pudiera mostrar su talento allí. 

Caminaba de un lado a otro del gimnasio, lo había citado a las ocho para que no se cruzara con otros pacientes. Había preparado los electrodos, las toallas y la camilla. El reloj mostraba los minutos pasar y sus nervios se acrecentaban. ¿Dónde estaba? Le habían pedido exclusivamente que fuera puntual, creía que estaba tan comprometido como ella en la rehabilitación, pero a juzgar por los veinte minutos de retraso, se había equivocado. 

David salió de su oficina con gesto contrariado. 

-¿Aún no llega?- le preguntó arrugando su ceño con preocupación. 

Paula negó con su cabeza mientras fruncía sus labios. 

Los otros kinesiólogos estaban haciendo las rondas, pero pronto regresarían al gimnasio y Paula sabía que no sería lo  mismo trabajar con sus ojos curiosos apuntándolos. Comenzaba a dudar. ¿Cómo lograría llevar a cabo aquella recuperación de manera efectiva allí? 

-Esto no va a funcionar.- le dijo a David justo cuando las puertas se abrían. 

-Uff, esto es una locura, llevamos una hora dando vueltas para ingresar. Cada puerta está llena de periodistas, no podíamos pasar por ningún lado.- dijo Carlos contrariado incluso antes de saludar.

Paula y David lo miraron sin saber muy bien cómo responder. 

-Fue prácticamente imposible.- dijo Esteban sacudiendo su cabeza con energía. 

-No te preocupes, podemos comenzar ahora, voy a avisar a los pacientes que estamos retrasados.- comenzó a decir David, pero Paula lo tomó del brazo para llamar su atención. 

-Esperá, David. -dijo negando con su cabeza y logrando que los tres hombres la miraran expectantes. 

-Esto no va a funcionar.- sentenció sacudiendo su cabeza mientras apoyaba el iPad que tenía en su mano sobre una camilla. 

-No fue mi culpa, estaba en la puerta a las siete y media, soy el más interesado en comenzar lo antes posible.- se apresuró a justificar Carlos, comenzando a sentirse enfadado. 

-Lo sé y justamente por eso digo que no va a funcionar. Tenemos que buscar otra forma, otro lugar. Tenemos que trabajar en dos turnos, es una locura que tengas que pensar dos veces al día, cómo sortear a los periodistas, que bastantes pavadas publican ya.- dijo con un gesto en el que Carlos encontró una ternura inquietante. 

-Deberíamos buscar otro gimnasio, un lugar en el que nadie sepa que vas asistir, no tengo problema en reprogramar mis horarios para acercarme. - agregó Paula moviendo sus manos con elocuencia. 

Carlos sonrió, por primera vez en varios días, con sólo volver a verla, había recuperado sus ganas de hacerlo. 

-Tengo un gimnasio en mi casa. -dijo clavando sus enormes ojos en los de Paula para estudiar su reacción, que colmó sus expectativas. Pudo descubrir en su gesto que una ligera llama se había encendido en sus ojos, en ese momento hubiera dado todo su dinero por saber qué fantasía había cruzado por su mente para encender su mirada de esa manera. 

-Creo que puede funcionar. Puedes dedicarte con exclusividad, no haría falta que regreses al hospital. Paula no tiene auto, pero podemos coordinar alguna ayuda desde el servicio. - dijo David recuperando su entusiasmo, estaba convencido de que el trabajo de Paula les daría una gran publicidad. Si lograba que Carlos volviera a correr, el servicio sería solicitado por todos los deportistas de España. Estaba dispuesto a hacer todo lo que estuviera a su alcance para que el tratamiento fuera un éxito.

-No necesito ninguna ayuda, puedo ir en metro, pero no quiero dejar el trabajo de coordinación, me diste una gran oportunidad al ascenderme, creo que puedo hacer las dos cosas.-  le respondió Paula intentando frenar la infinidad de pensamientos que cruzaban por su mente por el hecho de asistir a la casa de aquel joven. 

-Bueno, eso lo vamos viendo, lo importante es que comiencen lo antes posible. Si a ti te parece bien, haremos una lista con los elementos que debes incorporar a tu gimnasio y Paula puede acompañarte ahora mismo.- señaló David aumentando el nerviosismo que la joven intentaba disimular. 

-Me parece una idea estupenda. ¿Vamos?- dijo Carlos recuperando una actitud muy similar a la que solía tener antes de aquel accidente. 

Paula dudó unos segundos. ¿Estaba lista para aquello? Temió ser fotografiada por los periodistas que acechaban en el hospital, pero más temor surgió del hecho de quedarse completamente a solas con él. 

-Vayan yendo, yo voy a preparar algunos elementos y los veo allí.- dijo volviendo a tomar su iPad sin atreverse a mirarlo. 

-Vamos Paula, es mejor que vayas con ellos, puedo ayudarte con los equipos si quieres.- le dijo David y ella comenzó a buscar, inútilmente,  alguna excusa válida para negarse.

-¿Tanta insistencia por conocer mi casa y ahora te arrepientes?- le preguntó Carlos con su mentón algo elevado. 

Paula suspiró negando con su cabeza. 

-¿Así de difícil lo vas hacer?- le respondió agachándose para enfrentar sus ojos, una vez más. 

-¿Así de difícil lo vas a hacer tú?- volvió a preguntar él imitándola y como si repitiera una vieja escena sus ojos volvieron a batirse en duelo.

Sólo que esta vez, tanto Esteban como David decidieron interrumpir le momento. 

-Esteban llévalo hasta el auto, los vemos en el estacionamiento del subsuelo con los equipos.- dijo el jefe del servicio. 

-Y son dos adultos, ¿pueden dejar de pelear?- agregó, logrando que las mejillas de Paula se tiñeran de un color rosado intenso. 

Carlos sonrió y levantó su brazo para indicarle a Esteban que lo llevara. Ya tendría tiempo de entretenerse con ella, pensó animado. 

Paula por su parte se apresuró a buscar los elementos, se sentía demasiado avergonzada para enfrentar a David. ¿Qué estaba haciendo? Sabía cómo controlarse ¿Por qué con Carlos era tan diferente? Sin querer darle más vueltas al asunto se centró en no olvidar nada. 

-Puedes con esto.- le dijo David cuando por fin logró que lo mirara. 

Entonces ella sonrió y asintió con su cabeza. Eso deseaba. 

La última vueltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora