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El paddock era una locura. Paula no podía creerlo Lo había visto miles de veces en la televisión pero estar allí superaba sus expectativas. Llegó junto a Victor y el agente de Carlos, quien había decidido viajar juntos a Charles.
Los medios alucinaban, los vieron llegar juntos y la habitual complicidad que los unía logró conquistar a cada uno de los que los veía. Parecían estar disfrutándolo y eso era lo que más le gustaba a Paula. Aunque su loca mente no pudiera desprenderse de sus encuentros, verlo allí, en su lugar, era algo que lo llenaba de felicidad y eso era todo lo que deseaba para él: que fuera feliz.
-¡Pero si ha llegado mi terapeuta favorita! - dijo Hector acercándose para darle un fuerte abrazo que Paula agradeció con genuina alegría. No deseaba ver la carrera junto a Victor, era demasiado avasallante y entrometido. Verlo a Hector había sido una salvación.
El hombre se dió cuenta de su mirada temor entre tanta gente y se aseguró de no perderla de vista. Con su brazo, completamente curado ya, alrededor del de ella le presentó a cuánto corredor, mecánico y referente conocía. Siempre lo hacía refiriéndose a ella como una especie de genio de la kinesiología y si bien al principio se sentía incómoda, en seguida entendió que era su forma de demostrar cuán agradecido estaba con su trabajo.
De vez en cuando buscaba a Carlos con la vista, suponía que estaba donde el tumulto se hacía evidente, pero no quería incomodarlo. Él le había pedido que fuera, sabía que estaba allí, si necesitaba algo la buscaría, pensó.
Sin embargo la carrera comenzó y ella aún no había logrado verlo. Se acomodó en aquel palco junto a Hector y disfrutó de las 58 vueltas que dieron los pilotos en el Albert Park de aquella hermosa ciudad.
Hector conversaba animadamente y cuando finalmente Charles logró el tercer lugar todo el box de Ferrari se llenó de júbilo. Había visto a Carlos por las pantallas, sus nervios se traducían en sus manos tocando su cabello con demasiada frecuencia, pero al ver la bandera a cuadros, una alegría genuina, tan altruista como verdadera lo alcanzó y no dudó en correr a abrazar a su amigo.
Paula sonreía también, aquel había sido un domingo que jamás podría olvidar. Siguió a Hector hasta la zona en la que ya habían desplegado un tentador menú y se acomodó en uno de los rincones. Se sentía ajena a todo lo que allí ocurría, su timidez no le permitía soltarse, temía hacer algo mal y no podía dejar de pensar en la cantidad de cámaras que había en ese lugar.
Se había puesto una gorra que le había dejado Carlos con su firma y su cabello suelto intentaba ocultar parte de su rostro. Llevaba unos jeans ajustados y una remera clara con un volado en el escote que había logrado varias miradas que prefería ignorar.
Se llevó un vaso con un champagne demasiado delicioso a los labios cuando por fin lo vio. Ni bien puso un pie en aquel lugar los aplausos comenzaron a sonar y no hubo persona que no quisiera saludarlo.
Estaba exultante, había superado la prueba, todo había resultado incluso mejor de lo que había imaginado y verlo allí era tan hermoso como mortal.
Paula sonreía mientras su mente se encargaba de confirmarle que cuando la vida volviera a la normalidad, estar juntos iba a ser demasiado complicado. Pero lejos de amargarse decidió disfrutar. No sabía cuánto podía durar, ni siquiera estaba segura de que quisiera repetirlo, pero estaba allí, en el mismísimo box de Ferrari y todos estaban felices.
Terminó su copa y le pidió a una de las jóvenes camareras las indicaciones para ir al baño. Dio unos pasos por aquel lugar y cuando salió por fin del baño sintió que alguien tiraba de ella para llevarla a lo que parecía una pequeña habitación de entrenamiento
Sin darle tiempo a nada Carlos la besó con esa pasión que desbordaba de todo su cuerpo al tenerla cerca.
-Como te he extrañado.- le dijo cuando por fin decidió liberarse de esos labios.
Paula sonrió mientras con su mano acariciaba su cabello primero y su mejilla después.
-¡Qué carrera!- le dijo ella aun sonriendo.
-¿Cómo te sentiste?- agregó queriendo saberlo todo.
Carlos suspiró mientras alzaba sus cejas con elocuencia.
-Pues, ha sido difícil al principio, no puedo negarlo, pero cada vez lo veo un paso más posible.- le dijo con sinceridad mientras la recorría con su mirada y le sacaba la gorra, dándose cuenta que se encontraba sin anteojos.
- ¿A ti te ha gustado? Le he pedido a mi tío que te haga sentir a gusto, espero que haya cumplido.- le dijo con una gran sonrisa mientras recorría el contorno de su cara con el dorso de su mano.
-Fue un encanto, la pasé super bien, creo que no me lo voy a olvidar nunca. -le respondió ella mientras una risa espontánea escapaba de sus labios.
Carlos había alzado su mano y la movía con gracia delante de ella como si quisiera comprobar que lo estaba viendo.
-Tengo lentes de contacto. - le aclaró ella tomando su mano para que dejara de moverla mientras no podía evitar reírse.
-Estas preciosa.- le dijo él recuperando esa sonrisa de lado que tan seductor lo volvía.
Paula se sonrojó y lo tomó de la cintura para acercarlo a ella.
-Vos más.- le dijo y se apoderó de sus labios para desbordar toda esa pasión que la alcanzaba cuando le hablaba de esa manera.
Carlos estaba feliz, besarla era algo de lo que nunca se cansaría, pensó, mientras sus manos rebeldes tomaban su redondeada cola para acercarla más.
El beso lograba embeberlos en un torbellino que no aceptaba nada menos que todo. Pero no podían. No era el lugar, las paredes de durlock de aquel camión no eran seguras y la gente iba a comenzar a buscarlo.
Carlos se separó un poco sin dejar de abrazarla.
-Ya quiero regresar al hotel contigo.- le dijo mientras intentaba controlar su propia erección.
Paula bajó la vista y le quitó la gorra para volver a ponersela.
-¿No queres ir a festejar con Charles? Estaba muy contento.- le dijo ella apretando sus labios, como si sintiera que estaba haciendo lo correcto pero su cuerpo se lo reprochara.
-¿Quieres venir?- le preguntó él sin terminar de decidirse.
Charles lo había invitado, llevaba mucho tiempo sin salir con él y aquella carrera se había vuelto una excelente excusa para hacerlo. Pero quería estar con Paula, no la había logrado acompañar en todo el día, respetando su pedido de mantenerlo en secreto, aunque eso no le había impedido seguirla con su vista a cada instante.
-No, no, yo no. Andá con él. Divertite, te lo mereces después de tantos meses de trabajo. Si queres cuando vuelvas pasá por mi cuarto…- le respondió algo avergonzada por intentar sonar provocativa.
Carlos volvió a mirarla de esa manera que la inquietaba, era como si quisiera decirle miles de cosas pero no se animara a pronunciar ninguna. Por un momento creyó que de esa forma se miraba gente enamorada, pero rápidamente quitó esa idea de su cabeza. Tenían una conexión única, se entendía muy bien, pero no estaba enamorado de ella. No se animaba siquiera a fantasear con esa idea.
-¡Andá, dale!- volvió a decirle, mientras prácticamente lo empujaba para que abriera la puerta.
Carlos sonrió una vez más y luego de volver a darle un beso en los labios finalmente salió, con la única convicción de que cada vez le gustaba más estar junto a ella.

La última vueltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora